Cuba, Revolución por siempre
“El día que los cubanos no quieran acompañar a la Revolución, hasta ese día habrá Revolución en Cuba, pues a los cubanos nadie les impone nada, si no sigamos la historia; pero eso nunca sucederá, porque la Revolución está concebida por Fidel para que en su constante perfeccionamiento cubra expectativas de la inmensa mayoría, por eso llegó para quedarse y ninguna fuerza externa podrá destruirla, solo nosotros seríamos capaces de acabar con ese proyecto”.
Cuando escuché por primera tal concepto, expresado por un revolucionario de pasado, presente y futuro, Carlos Rafael Rodríguez, transcurrían los inicios de la década de los ‘80 del siglo pasado -etapa de amplia bonanza para la economía y la sociedad cubanas-, y él, con parte de su equipo de trabajo, observaba en Camagüey el comportamiento de un modelo de combinada cañera que se valoraba adquirir en el exterior en mayor escala.
Como figura clave en la historia revolucionaria de Cuba, Carlos Rafael Rodríguez siempre tenía tiempo para hacer un alto en los trajines de la economía y rendir tributo a los próceres de nuestra independencia, por lo que en esa corta estancia en Camagüey no podía dejar de visitar la casa natal de Ignacio Agramonte, en el corazón de la ciudad principeña.
Allí compartió con un reducido grupo de acompañantes -entre ellos algunos periodistas locales-, percepciones de amplio alcance histórico a propósito de la participación del más ilustre de los camagüeyanos en la primera Constitución de la República en Armas, en Guáimaro, donde Agramonte brilló por sus adelantados aportes para la época, según estudiosos.
Significó que las discrepancias entre dos grandes, Carlos Manuel de Céspedes -el Padre de la Patria- y Agramonte –quien más tarde ganaría a filo de machete e inteligencia el título de El Mayor e imprimiría a los camagüeyanos el gentilicio de “agramontinos”-, quedarían relegadas ante un bien supremo de unidad por la libertad de la patria.
Y es precisamente la unidad la que ha propiciado la plena libertad en Cuba, con el triunfo de enero de 1959, y la que ha posibilitado mantener esa conquista durante más de medio siglo, aún frente al despiadado bloqueo yanqui y las constantes agresiones de todo tipo, planificadas y ejecutadas por el gobierno imperial de turno.
Indudablemente quedé muy impresionado por el alcance del enunciado de Carlos Rafael Rodríguez, corroborado y fundamentado por el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, el 17 de noviembre de 2005, durante una notoria comparecencia en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, muy a tono con ese momento y los actuales.
Y es precisamente esa unidad de principio y acción la que porfiadamente quieren desmembrar los enemigos de la nación cubana en el exterior y sus peones de adentro, quienes por más de 50 años han chocado con el empeño de una abrumadora mayoría, incompatible con patrones de conducta que la alejen del proyecto social que construye, henchido de cubanía e independentismo.
Y el más vívido ejemplo de esa voluntad se encuentra en el análisis y discusión de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido, enriquecidos para su aplicación en marcha por la gran mayoría de un pueblo unido, que acompaña y fortalece su Revolución.
Por Pedro Paneque Ruiz/Radio Cadena Agramonte.