Fernando Spósito Toribio: testigo excepcional de la Campaña de Alfabetización
Memoria privilegiada tiene Fernando Spósito Toribio. Muchas son las vivencias que rememora de aquella juventud perseverante y voluntaria, que tantas veces supo acudir al llamado de la Patria en los primeros tiempos de la naciente Revolución. Al hablarle de la Campaña de Alfabetización en Santa Cruz del Sur, y a pesar de los 50 años transcurridos, se puede captar el movimiento de cientos de imágenes, cada una tomando el sitio correspondiente. El posterior relato lo magnetiza con el intenso brillo de los faroles, cartillas y manuales, reflejado en las pupilas.
“Fui el Secretario del Consejo en el Sistema Educacional de la antigua Región Santa Cruz del Sur- Amancio Rodríguez, su presidente era Emilio Bande”.
Se contaba con una estructura técnica en los distintos barrios, apoyada por la ORI (Organización Revolucionaria Integrada), los Jóvenes Rebeldes, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
La información estadística solicitada por la provincia, “era meticulosamente recopilada, para referir en el tiempo establecido la cantidad de analfabetos, y aquellos que por incapacidad no podían recibir las clases. Si era cuestión de dificultades en la visión, de eso se encargaba un oftalmólogo, este especialista venía de Camagüey a graduarle la vista a las personas que lo requerían; se les entregaba los espejuelos sin cobrarles nada”.
Los censos hechos en todas las zonas ofrecieron el potencial de iletrados. De esta tarea se encargaron los asesores técnicos, los alfabetizadotes populares, los brigadistas Conrado Benítez y Manuel Ascunce Domenech.
“Tuve la iniciativa de hacer un mapa de dos metros cuadrados, donde estaban asentadas todas las calles de este poblado y sus casas enumeradas. Los movilizados en la campaña me dieron la mano una vez más, se pudo detallar donde residían los que hasta ese momento, no sabían leer ni escribir y las personas alfabetizadas”.
Los primeros brigadistas llegaron por vía férrea, estudiaban bachillerato en la Ciudad de los Tinajones. Luego se incorporaron otros, quienes recibieron, al igual que los primeros, la bienvenida y ayuda de muchos hombres y mujeres de esta localidad.
Spósito Toribio presenció las miserias y calamidades, bronceadas por la fea incultura atiborrada de incertidumbre. Todos los gobiernos anteriores habían irrigado en el campesinado toda la desatención posible. El Comandante Fidel, seguidor fiel del autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada, iba poniendo a toda marcha el programa escrito durante su estancia en prisión, donde estuvieron, junto a él, varios compañeros de la Generación del Centenario.
A aquellos pescadores, nacidos sólo para el trabajo, maltratados por los adinerados comerciantes, les era imposible ir a recibir clases o enviar a sus hijos a alguna escuelita pública. El duro bregar en la etapa capitalista, daba el escaso sustento. Hacia ellos, en las propias embarcaciones, cayos y casetas, fueron los ‘evangelios vivos’, a instruirlos y a enseñarlos a confiar en el nuevo gobierno, defensor de los humildes.
“Busqué espacio -relata motivado- para compartir la vida con esos hombres de piel curtida por el sol y el salitre, varios contenidos les impartí, tomé sus manos para indicarles cómo mover el lápiz y hacer los trazos de vocales, consonantes, aprendiendo a formar palabras y oraciones. Fue maravilloso enseñarlos, también aprendimos muchas de sus costumbres marineras”.
Se entera que en Laguna Negra, perteneciente al barrio Yaguabo, un lugar de difícil acceso, había personas incultas. “Nos adentramos en el espeso marabú, caminando agachados por estrechos trillitos, al llegar al pequeño caserío, hablamos a los habitantes del objetivo de nuestra visita, estuvieron todos de acuerdo, eso nos alegró muchísimo. Los brigadista tomaron de inmediato su posición en ese lugar tan intrincado”.
En cada área declarada libre de analfabetismo se realizaban actos político-culturales. El sector vanguardia fue Yaguabo, dirigido por Martha Zayas-Bazán. Comenzaba a alzarse la bandera de la luz de la educación.
Los principales líderes de la Campaña, de todos los barrios, se dirigieron a la ciudad agramontina en larga caravana, solicitándole al Consejo Provincial, declarar la Región Santa Cruz del Sur- Amancio Rodríguez, Territorio Libre de Analfabetismo.
“Se hizo un acto muy grande, ante el edificio donde estaba la ORI, dándosele a conocer al pueblo la gran noticia. Más de diez mil personas de distintas edades aprendieron a leer y escribir”, testifica Fernando.
Fue Santa Cruz del Sur, el primero entre los municipios grandes del país, en concluir la tarea dada por nuestro Comandante en Jefe, y el segundo del territorio camagüeyano, en la antigua división territorial, antecedido por Jatibonico.
(Tomado del sitio digital del Joven Club de Computación y Electrónica de Santa Cruz del Sur)