Cumbre Iberoamericana: otra condena al bloqueo yanqui
A pocos días de la confirmación, por dos decenios consecutivos, del rechazo de la comunidad internacional al bloqueo económico, financero y comercial de los Estados Unidos contra Cuba, la XXI Cumbre Iberoamericana realizada en Paraguay, volvió a condenar unánimemente esa arbitraria y agresiva medida imperial contra la mayor de las Antillas.
Algo así como “al que no quiere caldo, le dan tres tazas”. El pasado 25 de octubre la Asamblea General de la ONU, que debería ser el órgano global más representativo y acatado a tono con su membresía universal, expresó otra vez el clamor mundial para que Washington ponga fin, sin condicionantes de ningún tipo, a la práctica genocida la cual no ha hecho otra cosa que condenar a todo un pueblo a más de cinco décadas de penurias y dificultades.
Como ha sido habitual en las últimas votaciones, la Casa Blanca quedó a la deriva acompañada por su socio Israel y el efímero manojo de abstenciones ligadas a fuertes compromisos con el imperio.
Ahora, apenas 72 horas después, más de 20 países latinoamericanos y caribeños, junto a España y Portugal, acogieron en Asunción la declaración especial en la cual volvieron a demandar del poderoso vecino del Norte el final del cerco que no tiene paralelo en la historia humana por su extensión en el tiempo y por la mar de vericuetos agresivos, injerencistas y extraterritoriales que le conforman.
La Cumbres Iberoamericanas, las cuales abrieron sus puertas en 1990 en Guadalajara, México, han sido de esas tribunas donde el tema de terminar el bloqueo a la mayor de las Antillas ha encontrado eco permanente, aún en medio de las disparidades que no pocas veces han caracterizado las políticas de los gobiernos presentes en esas citas.
Mecanismo de consulta e implementación de proyectos entre las ex metrópolis ligadas al devenir del cono sur americano y las actuales naciones que lo conforman, estas reuniones han tenido desde su surgimiento una importante divisa: la de constituirse en foro donde los pueblos al sur del Río Bravo iniciaron por primera vez intercambios y consultas multilaterales sin la presencia directa de la gran potencia que los ha considerado siempre su legítimo e inviolable traspatio.
Esta Cumbre de Paraguay ha sido en extremo interesante toda vez que, a despecho de las doctrinas liberales que hablan de un Estado cada vez más intrascendente a cuenta del aumento del poderío de los intereses privados, se ha pronunciado por la actividad oficial que garantice, en primer término, el bienestar de los ciudadanos, su seguridad y el desarrollo armónico de sus sociedades.
Es divisa que, combatida por las teorías impuestas a nuestra zona desde hace años por los intereses foráneos, ha encontrado otro escalón donde alzarse en la crisis económica la cual, desde 2008, estalló en los Estados Unidos y hoy abarca todo el universo industrializado, y precisamente tuvo su origen en la acción de los especuladores e intereses privados defensores de la libertad de acción más absoluta y de la pretendida “acción correctora” de las leyes del mercado.
En Asunción se habló con autoridad del estado comprometido con la economía nacional sana y ligada a la satisfacción de las necesidades de toda la sociedad, a la vez que capaz de saber hasta dónde deben llegar sus verdaderas prioridades. (Por Néstor Núñez, AIN)