Las esponjas: remotas y actuales
Las esponjas, animales de masa porosa y plástica, han sido utilizadas por el hombre desde la antigüedad hasta la fecha, sin que ningún sustituto, creado artificialmente, haya podido suplantarlas en la preferencia humana.
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII se desconocía con certeza si estos habitantes de las aguas pertenecían a la flora o la fauna, con una presencia que data de unos 570 millones de años.
El uso del celentéreo se remonta a épocas lejanas y de ellos dan fe escritos de Aristóteles, célebre filósofo griego, de hace 300 años antes de nuestra era, cuando sus compatriotas los empleaban en el aseo personal y para acolchar cascos de bronce y pesadas armaduras de guerra.
En el planeta existen unas cinco mil especies y aunque algunas habitan en aguas dulces, son fundamentalmente marinas, de zonas tropicales, las más apreciadas para el comercio se hallan en los mares Mediterráneo y Rojo, en Las Antillas y las costas de México, entre otros lugares.
A pesar de los intentos de suplir las esponjas por productos sintéticos, estas continúan en la preferencia de los consumidores con una amplia gama de aplicaciones que van desde el tocador, litografías, curtido de pieles y aseo doméstico hasta la cirugía.
Para suerte de los cubanos, en la plataforma insular abunda este animal, cuya extracción se realiza regularmente, en Batabanó, por el Sur; y al Norte de la provincia de Villa Clara, principalmente en Caibarién, convertido en un seguro rubro exportable.
Viven fijos al sustrato, con un tamaño que oscila desde unos pocos milímetros hasta más de 200 centímetros, localizados, generalmente a unos tres o cuatro metros bajo el nivel de las aguas, aunque existen especies que viven a más de 100.
Las técnicas de extracción del celentéreo son el buceo o desde una embarcación con el auxilio de un instrumento terminado en gancho. Después de recolectados, se deja descomponer el tejido vivo y a continuación pasan un proceso de lavado y posterior selección por calidad.
Constituyen las esponjas uno de los fósiles más antiguos de la fauna y difícilmente se extingan por sobreexplotación, pues se corta y queda un tallo capaz de regenerar un nuevo ejemplar; además, se aplican técnicas para su fomento.
Esta característica resulta garantía siempre que no se utilicen métodos de arrastre, dañinos al fondo marino, porque proteger esos animales es imprescindible para que los futuros pobladores de la tierra puedan contar con sus cualidades de elasticidad, porosidad y suavidad. (Por Luz María Martínez Zelada, AIN)