¡Que la paz se preserve con paz!
Llega otro 21 de septiembre y el mundo se dispone a conmemorar el Día de la Paz en medio de un contexto que reclama la coexistencia pacífica entre los seres humanos como principal garantía del futuro. En este mismo instante miles de libios, palestinos, iraquíes y afganos -por sólo citar algunos ejemplos- viven un verdadero infierno provocado por conflictos bélicos apoyados por las grandes potencias occidentales.
Para esas familias que han perdido a sus padres, madres, esposas e hijos y que a esta hora no tienen idea de lo que podrán comer o donde pasar la noche, este Día Mundial de la Paz se perfila como otra jornada de tormento.
Solamente en el primer semestre de este año en Afganistán se registraban 1 400 muertos civiles, en tanto al cierre de agosto último la cifra alcanzaba los 50 000 en Libia, desde el inicio del conflicto bélico en febrero de 2011.
Son esos espeluznantes datos que permiten formarse una idea concreta de las vidas cercenadas como consecuencia de la prepotencia y la mezquindad de poderosas fuerzas.
La hipocresía llega a tal extremo que resulta inverosímil que el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, ostente el Premio Nobel de la Paz cuando admite dichas atrocidades.
Para colmo, el gobierno del mismo Obama mantiene en cárceles norteamericanas a cinco patriotas cubanos cuyo único “delito” fue alertar a su país de los planes engendrados por organizaciones terroristas al sur de la Florida.
La concepción sobre la guerra y la convivencia armónica del mandatario número 44 de la nación más poderosa del orbe, se expuso en diciembre de 2009 en Oslo, Noruega, al recibir el Premio Nobel de la Paz, a sólo unos días de haber autorizado el envío de 30 000 soldados a Afganistán.
“Estamos en guerra, y soy responsable por desplegar a miles de jóvenes a pelear en un país distante. Algunos matarán. A otros los matarán. Por lo tanto, vengo aquí con un agudo sentido del costo del conflicto armado, lleno de difíciles interrogantes sobre la relación entre la guerra y la paz, y nuestro esfuerzo por reemplazar una por la otra”, expresó textualmente el Jefe de Estado en aquella ocasión ante unas mil personas.
“La convicción de que la paz es deseable rara vez es suficiente para lograrla. La paz requiere responsabilidad. La paz conlleva sacrificio. Es por eso que la OTAN continúa siendo indispensable”, agregó Obama y dos años después ciertamente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte se ratifica como indispensable pero para llevar la muerte y el sufrimiento a otras naciones.
Ya es hora –hace mucho tiempo- de que el hombre deje de ver al propio hombre como su enemigo y de que la guerra cese de asumirse como la solución a los conflictos entre los países y peor aún, como la vía más expedita hacia la paz, sin importar las víctimas que cobre.
Así lo ha alertado el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro quien ha denunciado la existencia de unas 25 000 armas nucleares como la mayor amenaza que se cierne hoy sobre la Humanidad, teniendo en cuenta el desenfreno de muchos de los que las crean y almacenan.
Puede que este 21 de septiembre devenga jornada especial para reflexionar sobre el tema, pero en un día no resolverá el problema.
La más inteligente de las posiciones para que la paz se pague con la propia paz, la expresó magistralmente Fidel cuando vaticinó, en septiembre de 2010 que “la distribución justa de las riquezas materiales y espirituales que el hombre es capaz de crear por el fabuloso desarrollo de sus fuerzas productivas, es ya la única alternativa posible”.
Ahí está la solución. Sólo resta acabar de adoptarla de una vez y por todas.
Por Yamylé Fernández/ Radio cadena Agramonte