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Congreso juvenil desde el surco

Congreso juvenil desde el surcoEs una experiencia fuerte, asegura la joven Oramis, mientras se seca el sudor de la cara y mira las papas que aún sobresalen de la tierra y esperan su refugio en el cercano saco.

Ya lleva varias horas en el surco y le faltan unas cuantas. Solo tuvo un pequeño receso para almorzar en un área aledaña a la plantación, y de ahí, de nuevo al sol y el campo. «Porque no solo hay que cumplir, sino sobrecumplir la meta», dice convencida la cadete.

«Ahora sé lo que cuesta un plato de papas fritas», afirma con una sonrisa Erick, su compañero de labor y futuro ingeniero industrial, quien tiene frente a sí surcos de más de 150 metros de largo bajo el sol agobiante de nuestro tropical clima.

Ambos integran la experiencia de Las tres F (FAR, FEU y FEEM), en la cual realizan durante 15 días labores agrícolas en apoyo a la producción de alimentos, y que ahora toma mayor fuerza ante la crisis económica y alimentaria que encara el mundo, y de la que no está exento nuestro país.

Conscientes de ello, los jóvenes se unen a estas tareas. Desde Pinar del Río hasta Ciego de Ávila son 12 los campamentos en los que rigen la disciplina, el orden, el tesón y el empeño por ser útiles a su pueblo.

En los campos de papa del municipio habanero de Artemisa, cadetes de la Escuela Interarmas de las FAR General Antonio Maceo y estudiantes del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE), se dan la mano en las labores agrícolas. En una jornada recogen hasta 20 sacos cada uno, con lo cual sobrecumplen la norma.

«Es duro —asegura Erick Brito—, pero me siento orgulloso de saber que aporto a la alimentación, a las necesidades del país. Ahora sé bien que no es fácil llevar la comida a la mesa».

Por su parte, la cadete Oraimis Salas asegura que cumpliendo con este trabajo, físicamente exigente para una mujer, forja su espíritu y preparación como futura oficial de las FAR. «Lo que hacemos es cumplir con Fidel, con Raúl, como lo hicieron otros antes que nosotros, ser la continuidad de la Revolución».

Amanda Pérez es de la CUJAE. De pequeña estatura y complexión frágil, no le resulta fácil el trabajo en el campo. «Los primeros días no estábamos acostumbrados al esfuerzo físico, pero ya vamos cogiendo el ritmo».

Su compañero de estudios, Alexander González, afirma que no se entiende a un joven cubano que no esté dispuesto a darlo todo. «Responder “sí” cada vez que nos pidan algo, sin temores. Ahora es apoyar la producción de alimentos, y aquí estamos. Mañana será con las armas, con las ideas, y también estaremos listos».

El cadete Julio Fuentes insistió en que su papel allí sigue fielmente el lema de la campaña, «trabajar duro por la Revolución», consciente del rol que corresponde a las nuevas generaciones desde tareas de impacto económico.

«Los trabajadores de la agricultura y los campesinos no pueden enfrentar solos los picos de la producción de alimentos, y nosotros los apoyamos con nuestra juventud y deseos de hacer».

Mientras, el cadete Rainier Marante reconoce la necesidad de que los más jóvenes se inserten de a lleno en la producción de alimentos, «pues estos 50 años de Revolución hay que mantenerlos y echar pa´lante juntos».

Entre frijoles y papas
En el campamento Los Moros, del municipio de Güira de Melena, cadetes de la Universidad de Ciencias Médicas de las FAR y estudiantes del Instituto Politécnico Agrícola (IPA), de Quivicán, comparten labores en la recogida del frijol.

José Enrique Ortiz, que cursa el tercer año de Medicina en las FAR, afirma que a pesar de la diferencia de edad «han hecho buenas migas». «Nosotros les hablamos de hábitos de higiene y salud, y ellos nos enseñan sobre las plantas, cómo sembrar y recoger».

Muchos de los entrevistados coincidieron en la efectividad del empleo de la fuerza laboral más joven siguiendo la paradigmática idea de vincular el trabajo con el estudio.

Yurisleydis Heredia, estudiante de duodécimo grado del IPA, sabe que el esfuerzo es grande, pues trabajar la agricultura no es tarea fácil. «Pero el entusiasmo de la juventud supera cualquier cansancio; incluso llegas a trabajar para sobrecumplir la norma. La vida en el campamento es muy dinámica, y se aprende mucho de los compañeros y del propio campo», confesó.

Dame, dame la F
Entre las extensas plantaciones, los jóvenes repitieron una y otra vez que este esfuerzo productivo estaba dedicado también al IX Congreso de la UJC. Dalina Valdés, estudiante de segundo año de Ingeniería Industrial de la CUJAE, tiene grandes expectativas acerca de ese evento tan próximo a celebrarse.

Desde su papel como militante y joven, confía en que durante esos días se debatan y analicen las principales problemáticas que enfrenta la organización desde la base, y que se haga énfasis en las tareas que corresponde cumplir a las nuevas generaciones, como eslabón esencial en la continuidad de la Revolución.

«Para cuando sesione el IX Congreso ya se habrán realizado diversos análisis en los comités de base, desde la semilla de nuestro funcionamiento».

Su compañera de estudios, Amanda, sabe que no todos los jóvenes tienen esa claridad de ideas. «Vinimos unos cuantos de la CUJAE, pero siempre hubo algunos holgazanes. Creo que debemos trabajar más con ellos. Y de eso hay que hablar también en el Congreso».

Para el cadete José Enrique no debe faltar en el debate de la cita juvenil el apoyo que deben dar los jóvenes a otros pueblos con situaciones de desastre. Por su parte la cadete Zoe Roca alerta acerca de lo difícil de estos tiempos, «los jóvenes debemos estar convencidos de qué es un militante. Es un Congreso de ideas pero también de acción, y lo estamos demostrando aquí».

(Tomado de Juventud Rebelde)