Palabras de Fidel a los intelectuales en 1961, un discurso vigente en 2020

Diciembre, 2020.- Frente a los recientes acontecimientos en el barrio San isidro de La Habana cobra actualidad imprescindible aquel memorable discurso pronunciado por el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en junio de 1961, tras algunos días de debates relacionados con el quehacer de la intelectualidad cultural y artística del patio.

En aquella ocasión, el entonces Primer Ministro, con un discurso analítico y coherente, expresó el propósito de la Revolución en cuanto al sector cultural en Cuba, que constituyó la plataforma del mismo, y es hoy un referente de la posición política de la Revolución con sus artistas y sus intelectuales, y de estos hacia ella.

De esa alocución, conocida como “Palabras a los Intelectuales”, se generaliza la consigna “con la Revolución todo, sin la Revolución nada”, a la que dieron interpretaciones en ocasiones desacertadas, capciosas y falangistas quienes quieren ver la historia desde posiciones más oscuras y poco ortodoxas.

Mucho más profundo es el análisis hecho por Fidel sobre la situación de dicho sector en la Cuba de aquellos momentos, donde a priori de los propósitos nobles del proceso revolucionario cubano actuaban fuerzas antagónicas movidas por los hilos de la Revolución y a su vez del imperialismo azotando la nación caribeña.

Un amplio análisis desarrolló el líder histórico sobre el ayer y el hoy de los escritores y artistas nacionales y sus inquietudes relacionadas con la creación y la libertad de expresión, mucho más allá de los conceptos políticos e ideológicos.

Nada mejor para el montaje mediático que pretendieron los del llamado Movimiento San Isidro que recordar algunas frases de Fidel.

Él expresaba: “Comparándolo con el pasado, es incuestionable que los artistas y escritores cubanos no se pueden sentir como en el pasado, y que las condiciones del pasado eran verdaderamente deprimentes en nuestro país para los artistas y escritores…

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.

¿Dónde puede estar la razón de ser de esa preocupación? Puede verdaderamente preocuparse por este problema quien no esté seguro de sus convicciones revolucionarias. Puede preocuparse por ese problema quien tenga desconfianza acerca de su propio arte, quien tenga desconfianza acerca de su verdadera capacidad para crear”.

Como en aquellos primeros tiempos de la Revolución cubana hoy existen algunos que dudan, no sé por qué, sobre la capacidad del proceso social; sin embargo hay una diferencia ostensible, todos estos personajes del Movimiento San Isidro nacieron bajo la etapa del proceso revolucionario no como en aquel contexto, donde se iniciaba el camino.

Hoy el cambio no es volver hacia atrás, es mejorar las líneas de trabajo, no entregarle el país a unos pocos, a un imperio, a los enemigos del pueblo, a los enemigos de la Revolución.

No a los hombres sietemesinos, como definió Martí a los que van en contra de su país, de sus principios, a los que se venden por dinero, por migajas, a esos no se le concede ni un ápice de oportunidad, ni se les hacen concesiones.

Esos reciben el peso de la ley, y se condenan por sus actos cobardes, por sus faltas, no por pensar diferente, si no por pensar en contra de su gente, por pensar en que todo lo conquistado sea destruido, y eso no será posible, porque no les será permitido.

Muchos artistas se interesaron y hasta defendieron a ese grupo de anticubanos de San Isidro, y para esos también citaré a Fidel, quien con esa capacidad y visión sobre la naturaleza humana advierte desde entonces.

“…la Revolución debe tener la aspiración de que marchen junto a ella no solo todos los revolucionarios, no solo todos los artistas e intelectuales revolucionarios… la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo, a contar no solo con los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos, que aunque no sean revolucionarios —es decir, que no tengan una actitud revolucionaria ante la vida—, estén con ella. La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios”.

No es el caso de estos componentes del grupo de San Isidro a quienes le vienen como anillo al dedo estas palabras de Fidel: “Para un artista o intelectual mercenario, para un artista o intelectual deshonesto, no sería nunca un problema.  Ese sabe lo que tiene que hacer, ese sabe lo que le interesa, ese sabe hacia dónde tiene que marcharse… ”.

Por eso hoy es más vigente que nunca ese discurso, por su contenido, por sus lecciones, por ese preclaro pensamiento imperecedero y contemporáneo que hoy sirve de guía para alertarnos sobre esos que quieren socavar las conquistas del pueblo cubano.

A los que pensaron que un día podrían formar grupos para derrocar el proceso social revolucionario cubano quiero recordarles otra frase de Fidel en este discurso: “por respetables que sean los razonamientos personales de un enemigo de la Revolución, mucho más respetables son los derechos y las razones de una revolución tanto más, cuanto que una revolución es un proceso histórico, cuanto que una revolución no es ni puede ser obra del capricho o de la voluntad de ningún hombre, cuanto que una revolución solo puede ser obra de la necesidad y de la voluntad de un pueblo. Y frente a los derechos de todo un pueblo, los derechos de los enemigos de ese pueblo no cuentan”.