Una «kola loka» biológica y cubana

Potenciar la obtención de productos novedosos derivados del conocimiento deviene premisa ineludible para el desarrollo económico y la soberanía tecnológica de cualquier nación en el mundo actual.

En Cuba, desde los propios inicios de la Revolución y bajo la guía visionaria y certera de Fidel, el país apostó por multiplicar el potencial científico mediante un extraordinario esfuerzo en la formación de capital humano altamente calificado y la construcción de numerosos institutos de investigaciones en las más disímiles ramas del saber.

Ubicado hoy en una posición de vanguardia en sectores como la biotecnología, donde las instituciones dedicadas a esa actividad han creado vacunas humanas, veterinarias y medicamentos de suma eficacia a la altura de los mejores existentes en el mundo, a finales de la década de los 80 del pasado siglo, la ciencia cubana comenzó a incursionar en el promisorio mundo de los biomateriales, productos con una elevada incidencia en el mejoramiento de la estética y calidad de vida de las personas.

Uno de los resultados más significativos en dicha esfera lo constituye el adhesivo tisular Tisuacryl, indicado para el cierre instantáneo y hermético de heridas cutáneas y del complejo bucal de origen traumático y quirúrgico, en tejidos no tensionados, y en sustitución del tradicional hilo de sutura.

Creado por especialistas del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (Biomat), esta suerte de «kola loka» biológica se convirtió en el producto emblemático de la institución investigativa y hace alrededor de 20 años recibió el correspondiente Registro Médico para su empleo en las especialidades de Estomatología y Cirugía.

Asimismo, fue de los primeros productos cubanos en alcanzar ese propio reconocimiento por parte de las autoridades regulatorias de la entonces Comunidad Europea, donde llegó a comercializarse.

Dotado de marcadas propiedades bactericidas y hemostáticas, condición que disminuye de forma significativa el riesgo de infecciones y la posibilidad de sangramiento, algo particularmente beneficioso para los diabéticos, el Tisuacryl favorece una cicatrización más estética de la piel al evitar algunas complicaciones de la sutura, como es el caso de los queloides.

Igualmente, su aplicación no requiere de anestesia, reduce el tiempo de atención al paciente y al ser biodegradable hace innecesaria una segunda visita al médico para retirarlo.

Su amplia hoja de lauros incluye, entre otros, el Premio Relevante del Fórum Nacional de Ciencia y Técnica en 1997, Premio Anual de Innovación Tecnológica 2002, Premio Anual de Salud 2004 y Medalla de Oro y Premio a la Calidad de la Feria Internacional Salud para Todos 2005.

También en marzo de 2007, el Ministerio de Educación Superior (MES) lo incluyó dentro de la relación de productos líderes de ese organismo, que tomando en cuenta su demanda nacional e internacional, la probada repercusión que tiene en la sustitución de importaciones y su impacto económico y social para el país, debían ser financiados a fin de propiciar su comercialización.

LA GENERALIZACIÓN FALTA

Sin embargo, y a pesar del tiempo transcurrido, los avales citados y los mayoritarios criterios favorables a su uso emitidos por pacientes y médicos que lo han aplicado a lo largo de más de dos décadas, la generalización real del Tisuacryl en el país sigue siendo una asignatura pendiente y se repiten etapas donde su disponibilidad en los servicios de estomatología y cirugía maxilofacial es prácticamente nula.

Hace más de diez años, en este propio espacio dedicado a la ciencia, Granma alertó sobre la acentuada ausencia del eficaz producto y las fallas existentes en los mecanismos establecidos para su generalización y distribución.

Resaltaba, además, que en aquel ­momento (febrero de 2008) su fabricación estaba paralizada, la disponibilidad era mucho peor a la del año anterior, y que casi siempre los especialistas accedían al mismo a través de gestiones hechas a título personal, pues las demoras en su entrega por parte del Ministerio de Salud Pública eran excesivas.

Es cierto que existieron y persisten problemas para financiar las producciones y adquirir en el exterior algunas de las materias primas necesarias en su elaboración, que es indispensable contar con refrigeración para el transporte y almacenamiento del Tisuacryl, que la infraestructura productiva instalada no es suficiente, pero la búsqueda de soluciones y alternativas a tales desafíos se ha dilatado demasiado.

Las probadas cualidades de este adhesivo tisular, cuya calidad compite con los de su tipo existentes en el mundo, lo que puede beneficiar en la atención médica de la población, como rubro exportable y en la sustitución de importaciones de hilo de sutura, amerita su más pronta, definitiva y estable presencia a gran escala.

Quizá dentro de la creciente alianza entre el Grupo Empresarial BioCubaFarma y la Universidad de La Habana, o en el marco de la pujante Incubadora, experiencia creada y promovida por la casa de altos estudios con la finalidad de poner la ciencia universitaria en función de resolver problemas de la sociedad, estén las claves para alcanzar el propósito enunciado.