Un árbol rojo y singular
Es un árbol, pero no se trata de uno común. El Árbol rojo que desde 1981 custodia la entrada del Palacio Central de los Pioneros, Ernesto Che Guevara, uno de los escenarios de la Asamblea Nacional Pioneril 55 Aniversario, desafía hace ya 35 años el Sol, la lluvia, el sereno, el viento y hasta los mayores ciclones que han asolado a nuestro país…
Este fiel centinela, da la bienvenida a los cientos de escolares que, cada semana, aprenden y disfrutan las bondades del Palacio Central de Pioneros Ernesto Guevara, en el Parque Lenin, en La Habana.
Su fuerte y macizo tronco, realizado en acero inoxidable, tiene diez metros de altura y se alza sobre una base de hormigón cubierta de suelo rocoso y simboliza la perpetua fuerza de la naturaleza.
Según Sandú Darié Laver (1908-1991), su autor, representa el tronco de la Revolución Cubana. Del árbol brotan doce ramas poderosas de las que a su vez cuelgan numerosas lianas, concebidas como estructuras móviles y sonoras cuando rozan o chocan entre sí por la acción del viento y por el juego de los niños.
Quienes trabajaron junto a Sandú en esta una de sus obras más conocidas, dicen que su intención era precisamente esa, que del árbol brotara una música, un sonido particular como de campanas, cuando entre sus lianas colgantes se desplazaran los pioneros. Entonces sí estaría completa su obra.
Muchos señalan que el imponente árbol que al paso del viento entrechoca sus metálicas ramas, emitiendo un armonioso sonido musical, representa la unidad entre las niñas y niños del mundo. Lo cierto es que esta imponente escultura cinética, llena de colorido es uno de los símbolos distintivos del Palacio Central de Pioneros.
Pintor, escultor, dibujante, ceramista, diseñador escénico y caricaturista, el creador nacido en Rumania, realizó en nuestro país buena parte de su obra y fue un pionero del arte cinético entre nosotros. Por sus indiscutibles aportes el Ministerio de Cultura de la República de Cuba le confirió en 1981 la Distinción por la Cultura nacional.
De ello dan fe varios de los mosaicos que cubren los pisos de La Rampa (1963); Construcciones, esculturas totémicas ubicadas en la céntrica arteria de Cuatro Caminos (1977); los murales escultóricos El Día y La Noche, en el vestíbulo del Hospital Hermanos Ameijeiras (1982); la escultura en plástico y acero inoxidable La columna de la vida, instalada en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (1986), todos en La Habana.
El arte cinético responde a una corriente artística basada en la estética del movimiento: las obras se mueven, sus componentes, debido al viento, al interactuar con los espectadores o al menos parecen moverse.
Numerosos creadores utilizan en sus obras patrones de repetición de líneas o figuras geométricas que se contraponen y se distancian según las luces y sombras. De esa forma, obtienen efectos de dinamismo sobre superficies planas, que finalmente el ojo humano, ante la imposibilidad de poder abarcar tanto contraste, percibe como multidimensional, ajena al equilibrio, vibrante, llena de vida.