Tecnología

Tres áreas en que la inteligencia artificial puede salvar el mundo

Cuando hablamos de inteligencia artificial (IA) solemos pensar en unos robots humanoides que andan, conversan y exteriorizan sentimientos como personas. Pero aquellas máquinas que alcanzan este nivel y efectivamente están al servicio de la humanidad tienen otro aspecto muy diferente, recoge un blog de la revista digital Ensia.

La publicación destaca tres proyectos de índole medioambiental mantenidos y alimentados de inteligencia artificial. Todos generan cantidades enormes de información supervisando distintos sistemas de la Tierra: los acuíferos subterráneos, el calentamiento del clima o las rutas migratorias del mundo animal. Las máquinas son las responsables de estos proyectos en áreas que comprenden desde el procesamiento de datos primarios hasta el descubrimiento de tendencias, pasando por la elaboración de pronósticos y consejos destinados a científicos y políticos.

Contar aves y seguir elefantes

Un área básica donde la IA ayuda al ser humano a monitorear y proteger el medio ambiente es la conservación de especies. Un buen ejemplo es la aplicación eBird, desarrollada por el Laboratorio de Ornitología de Cornell (EE.UU.) para recolectar y procesar la información obtenida a través de un número increíble de observadores de aves profesionales y aficionados.

Hasta ahora más de 300.000 voluntarios han subido al sistema más de 300 millones de observaciones, lo que supone más de 22 millones de horas del trabajo de campo. Ningún colectivo científico podría asumir esta información sin un enfoque computacional especial.

Gran parte del trabajo del propio Instituto de Cornell está relacionado con la conservación de otros tipos de fauna más allá de las aves. La inteligencia artificial estudia horas de grabaciones forestales para mapear la ubicación de elefantes por sus sonidos y detectar eventuales disparos de los cazadores furtivos. Asimismo, rastrea a los osos pardos para asegurarles caminos seguros mientras se desplazan a través de las zonas forestales.

Un enfoque macro para las microalgas

No todo el interés de la NASA se encuentra en las estrellas. Su Centro Espacial de Goddard usa una máquina para mejorar el entendimiento de la distribución del fitoplancton (conocido también como microalgas) en los océanos. Estas plantas microscópicas flotan en la superficie de los mares y producen gran parte del oxígeno que respiramos. Consumen el dióxido de carbono y, cuando mueren, se llevan consigo el carbón absorbido al fondo del océano. Además, forman la base de la cadena trófica oceánica. Por todos estos motivos es importante conservar grandes colonias de estas criaturas.

Para el momento, el modelo computacional solo es capaz de estimar el número total de microalgas que habitan la Tierra y cómo esta cifra cambia con el tiempo. Pero la inteligencia artificial se está preparando ahora para el lanzamiento, programado para el año 2022, de un grupo de satélites nuevo dentro de la misión denominada PACE (dedicada al monitoreo del ecosistema del océano). Se espera que sea capaz de identificar especies diferentes de plancton, lo que le permitirá a la máquina hacer pronósticos y proponer medidas contra los enemigos naturales de aquellas colonias.

Evitar desastres naturales

La Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU. utiliza el aprendizaje automático para crear un modelo tridimensional vivo del conjunto del planeta. Se llama EarthCube y reúne todo un conjunto de datos acumulados por los científicos sobre la atmósfera, la hidrosfera o la geoquímica de los océanos.

Esta unidad de inteligencia artificial trabaja para hacer pronósticos sobre cómo la naturaleza responderá a cada desastre industrial o importante proyecto geológico. Actualmente EarthCube está aprendiendo a hacer previsiones de qué sucederá, por ejemplo, si la población o las empresas aumentan de forma repentina la extracción de agua subterránea en alguna zona. Esta unidad ya es capaz de vincular los procesos registrados en la corteza y en las nubes y se espera que los científicos sean capaces de sugerir con su ayuda una manera de evitar catástrofes.

El año pasado fue inaugurada también en China una supercomputadora capaz de simular el futuro de la Tierra.