[:es]Santacruceño que perteneció al Movimiento 26 de Julio ahora con nuevos retos[:]
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Santa Cruz del Sur, 27 jul.- Fue placentero observar el esplendor de sus ojos. Descolló la dignidad del combatiente, la potencia que asegura tanta naturalidad. Volvieron a alzarse los relatos del joven aquel de 18 años.
“Fue a inicios de 1957 o finales del siguiente año que integré espontáneamente la Célula del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), cuyo jefe era Filiberto Suárez Revolta (Chenchín), la integraban asimismo Juan García del Risco (Cusisi) y Héctor Armengol. El jefe de la lucha clandestina en el poblado era Eliécer Betancourt y luego Manuel Agustín Estévez”.
Operaban de modo encubierto: “Colocando carteles contra el régimen imperante bajo el mando de Fulgencio Batista. Regábamos grampas lo mismo en la carretera de Santa Cruz del Sur hacia Camagüey, que en las principales avenidas del poblado cabecera”.
Humberto Puértolas Suárez, el entrevistado, Filiberto y Armengol tuvieron que irse de la localidad por un tiempo. “Nos iban a detener. Frigola, el jefe de la Capitanía del Puerto le informó de esto a Rafael Pertierra del Río, el juez, para que nos alertara. Yo me fui para La Habana, los otros compañeros se incorporaron a la lucha de los rebeldes en la Sierra Maestra”.
Funcionaban varias células del M-26-7, también existía una del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, los miembros de esta última lanzaban a menudo cadenas hacia el tendido eléctrico causando apagones, lo que molestaba mucho al cuerpo militar aquí emplazado y a la burguesía.
“Hicimos una acción que retumbó mucho”, evocó. “En la tumba construida para los veteranos de la guerra de independencia, los trabajadores del cementerio colocaron dos pequeñas losas de mármol. Las autoridades políticas de este ámbito orientaron situarlas en la sepultura, dedicadas ambas a esos valientes hombres por el propio Batista y Martha, la primera dama de la República, esposa del tirano.
“Una noche después de las diez fui acompañado de David Pérez (Culiche) y Miguel Hernández Cañete (El Negro) para hacer trizas aquellos “homenajes”. Cumplimos la tarea. Nunca más se volvió a colocar allí algo parecido.
La gente comentaba que había participado una mujer en la misión, pues se sintieron ruidosos tacones por esa zona. Culiche como era tan pequeño usaba botas con soportes altos, por eso el calzado emitía tal sonido”.
Se le pedía a los líderes del M-26-7 no ejecutar muchas acciones por está área del sur camagüeyano, para mantener la salida por el mar, sin dificultades, de medicinas, ropas, zapatos y armas destinadas a las columnas rebeldes que combatían en la Sierra Maestra. “Entendíamos la importancia de la solicitud para no detener el empuje combativo”, recalcó.
Cuando ya se avecinaba el triunfo final, Armelio Lara, camarada de la lucha clandestina, y su gente, ocuparon el Vivac de la Policía. Por su parte los guardias del cuartel al ver tanto pueblo rodeando el fortín, pensaron que eran soldados de los batallones barbudos. Enseguida resolvieron rendirse.
Al Teniente Aldo Pérez se le ordena crear una tropa en Santa Cruz del Sur, para respaldar la toma del cuartel Agramonte en La Ciudad de Los Tinajones. Entre los designados estuvo Humberto.
”A todos nos dieron armas largas. Nos fuimos en el camión de Juan Antonio Saro (Camioncito Lindo). En la cama del vehículo iba Héctor Vázquez con una ametralladora calibre 30. Tras desmontarnos a la entrada de la instalación el enemigo vio que no tenía escapatoria, capitularon sin remilgos”.
Este militante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), como el resto de la membresía por estos predios, enfrenta, al pedido Raúl, los nuevos retos bajo la guía, el ejemplo, la intransigencia revolucionaria y la fe permanente en la victoria de Fidel.[:]