Santacruceño conserva el decoro personal en el accionar que fortalece y estimula

Santa Cruz del Sur, 12 abr .-Filiberto Fuentes Alcalá (El Negro) sigue nutriéndose del espíritu del hombre honrado, ese que al salir a la calle lleva el axioma de la vida humana acrecentado en lo Martiano: honrar honra.

Todavía sus talones conservan los vestigios de las imborrables peripecias milicianas. “Me convertí en otro soldado del pueblo uniformado. Fuimos muchos los camagüeyanos que el 6 de abril de 1961 continuamos integrándonos a esa organización popular. Yo formaba parte de la compañía de los pescadores perteneciente a Santa Cruz del Sur”.

Sabia, al igual que sus hermanos de ideas, el por qué de la sincera firmeza. “El imperialismo yanqui no se conformaba a 90 millas de su gobierno, ver levantarse una Revolución guiada por Fidel; se cumplía sin dilaciones el Programa del Moncada a favor de las clases humildes y desposeídas.

“El “monstruo” le dio cabida en sus entrañas a los contrarrevolucionarios, como era de esperar, entregándoles armas y dinero para que acometieran las más viles fechorías en cualquier parte del archipiélago. La jerarquía norteamericana llena de rabia haría cuanta cosa pudiera para tumbar el triunfo logrado por el Ejército Rebelde y las masas populares desde la propia lucha clandestina”, sentenció Fuentes.

Las caminatas, despliegues y otros ejercicios militares fueron realizados, también, por los pescadores de la localidad.

“En ese año la primavera fue muy fuerte, pero no nos detenía ningún aguacero por torrencial que fuera. Varios lugares, bastantes intrincados de esta geografía, los recorrimos tras producirse la invasión mercenaria por Playa Girón. Incluso se nos dio la orden de ir hasta el municipio “Amancio Rodríguez” en la provincia Las Tunas, para apoyar a otras fuerzas milicianas”.

Tras ser derrotada la brigada mercenaria en menos de 72 horas Filiberto y sus compañeros pescadores son desmovilizados de esa misión. “Nos sumamos a un batallón de las milicias; luego desde las embarcaciones pesqueras sin dejar de trabajar vigilábamos las costas, impedíamos cualquier plan de infiltración enemiga u otros intentos en contra del proceso socialista”.

Diversas tareas en lo adelante asumió en la dirección municipal del Partido Comunista de Cuba (PCC) y con similares características en el sector al que pertenecía; y cooperó desde la faena de machetero en la zafra de 1970.

Hace varios años se jubiló, pero sus compromisos políticos, sociales y familiares no los da por terminado ni en el descanso nocturno.

“Pertenezco al sector cuenta propista en la actividad de limpiabotas, faena que efectúo en el horario de la mañana, mientras en las tardes atiendo asuntos relacionados al PCC, pues soy el secretario general de un núcleo constituido por más de 20 militantes comunistas, y la presidencia del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de la cuadra donde vivo. Estas son las actuales “armas” que me fortalecen y estimulan para mantenerme en pie de lucha”.