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Ocho estudiantes de medicina: Asesinados cuando apenas se asomaban a la vida

No fueron pocos los testigos del horrendo crimen que repitieron entonces llenos de indignación durante un tiempo infinito la palabra asesinos.

No existe tiempo suficiente que haga olvidar el asesinato de los ocho estudiantes de medicina aquel 27 de noviembre de 1871.

¿Cómo llamar de otra forma a quienes mataron sin piedad la inocencia de quienes empezaban a vivir? Las descargas de fusilería que segaron la vida a los ocho estudiantes de primer año de Medicina retumbaron por mucho tiempo en los oídos de quienes las escucharon.

Alonso Alvarez de la Campa, de 16 años de edad, José de Marcos y edina, de 20,Angel Laborde y Perera, de 17; Anaclato Bermúdez, de 20, Juan Pascual Rodríguez, de 21, Carlos de la Torre y Madrigal, de 20, Eladio González y Toledo, de 20 y Carlos Verdugo y Martínez, de 17 años de edad, quien por cierto, no se encontraba en La Habana el día del suceso, fueron acusados falsamente de arañar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón el 24 de noviembre mientras esperaban un turno de clases del Doctor Pablo Valencia.

Asesinato de los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871

Con excepción de un alumno peninsular y miembro del cuerpo de sanidad de apellido Godoy, a quien se le exoneró de culpa, el resto de la clase, 45 en total, fueron conducidos a la cárcel a las ocho de la noche el sábado 25 de noviembre; se efectuó el primer consejo de guerra que procesó a los estudiantes en un juicio sumarísimo. El fallo no fue aceptado por los voluntarios españoles amotinados frente al edificio de la cárcel, por lo que fueron procesados por segunda vez , y ocho fueron condenados a muerte.

La ejecución fue realizada a las 4 y 20 de la tarde del lunes 27 de noviembre de 1871, a sólo dos días de la detención de los jóvenes, en la explanada de la Punta por el piquete de fusilamiento al mando del capitán de voluntarios Ramón López de Ayala.

No hubo oídos para la clemencia pedida por los familiares y amigos de los ocho jóvenes, y aquellos que en Cuba amaban la verdad y las ausas justas: el odio y la prepotencia de los entonces gobernantes españoles de la Isla pudieron más que cualquiera otra razón lógica; las descargas de fusilerías se sintieron como latigazos en los corazones y a partir de entonces nunca se han dejado de escuchar.

En junio de 1872 José Martí recibe a Fermín Valdés Domínguez quien embarcara desterrado a España, el 30 de mayo, tras ser indultado de la pena de prisión.

El 27 de noviembre de ese año, en las primeras horas de la mañana, circula en Madrid la hoja impresa que redactó Martí y que fue firmada por Fermín Valdés Domínguez,y Pedro. J. de la Torre, y fue fijada en algunas de las esquinas más públicas de la Corte, titulada ¡27 de noviembre!

Asesinato de los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871

Uno de sus fragmentos declaraba: “Y cuando las cabezas han rodado y sonreían al rodar, al por qué de la sonrisa, se ha alzado la mano de los cadáveres para decirnos que no lloremos demasiado, porque hay un ímite al llanto sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la Patria y a la gloria que se jura sobre sus cuerpos y que no teme ni se abate ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra” .

Ese mismo día, pero un año más tarde un grupo de cubanos residentes en la ciudad, ofrecen honras fúnebres en la Iglesia Caballero de García, a los ocho estudiantes de Medicina fusilados en Cuba, en el primer aniversario de su caída. En la noche, en la casa de Sauvallo, Martí pronuncia un discurso; se expresa contra la idea de crear un casino para disfrute de los cubanos que residen en Madrid, y la mayoría de éstos apoya su criterio.

A 148 años del trágico suceso que conmovió al país el 27 de noviembre de 1871, aún estremece imaginar la escena; por ello cada año el estudiantado y el pueblo cubanos, les rinden homenaje a los ocho estudiantes de Medicina, y sobre todo, no olvidan que el odio segó sus vidas, tronchó sus proyectos e ilusiones cuando apenas se asomaban a la vida.

(Tomado de Radio Rebelde)