Mercados tratan de enfrentar el COVID-19
Bruselas, 16 mar.- Expertos, economistas y operadores de mercados marcan su preocupación por el coronavirus COVID-19 y buscan soluciones para frenar el impacto financiero y comercial del brote.
Con su brutal impacto en el crecimiento y los mercados, la crisis económica provocada por el coronavirus recuerda a la que en 2008 sumió al mundo en la gran recesión, pero el parecido es engañoso.
La recesión de 2008-2009 tuvo un origen financiero: el colapso de las Subprimes, unos préstamos hipotecarios otorgados a la ligera por los bancos estadounidenses.
La crisis actual proviene de una circunstancia externa que afecta a la economía real y se está extendiendo a medida que los países se aíslan.
En esa cuerda, primero aparece el cierre de las fábricas en China que afectó a la oferta al interrumpir el suministro de las empresas, pero ahora se está extendiendo a la demanda ya que los consumidores se ven obligados a quedarse en casa y cancelan o retrasan sus desplazamientos y compras.
El epicentro de la crisis de las subprimes fue Estados Unidos, la principal economía mundial. La crisis del coronavirus apareció en China y dejó patente el peso económico del país.
Después de la quiebra de Lehman Brothers, Estados Unidos se coordinó con sus aliados. La crisis provocó el nacimiento del G20 o grupo de los países más ricos, que integró a las principales potencias emergentes.
El panorama político global cambió. El grupo G7, por su parte, está presidido este año por Estados Unidos, que lanzó guerras comerciales, y el G20, por Arabia Saudita, que acaba de interrumpir la regulación internacional de los precios del petróleo.
De esta suerte, el economista jefe de Allianz, Ludovic Subran, estima que enfrentan una fragmentación antes del choque y es difícil para los líderes del mundo sentarse a la mesa y negociar.
Sobre el problema, este lunes se celebra una cumbre extraordinaria del G7 por videoconferencia y podría conducir a una mayor coordinación, ahora que Estados Unidos también se ve afectado.
En 2008, los principales bancos centrales trabajaron juntos para reducir sus tasas e inyectar liquidez. También desempeñaron un papel decisivo para salir de la crisis mediante la compra de deuda pública y privada. Pero 12 años más tarde, no tienen el mismo margen de maniobra ante una crisis que, además, no se debe a motivos bancarios o financieros.
La Reserva Federal de Estados Unidos y los bancos centrales de Canadá o el Reino Unido redujeron los tipos de interés, pero el Banco Central Europeo (BCE) movió aún.
En 2020 se suceden los anuncios para amortiguar el golpe. Alemania, muy apegada a la disciplina presupuestaria, promete apoyar sin límite la financiación de la economía real. Queda por ver si estas medidas de emergencia conducirán a políticas de reactivación a largo plazo, o a una vuelta al control del gasto público.
Los expertos ven un giro en la globalilzación económica, mientras las empresas empezaron a pensar en cadenas de producción más cortas y simples.
De cualquier manera se trata de un colapso en los mercados que aún no se puede vislumbrar su término, ni la manera de fin, tal y como concuerdan ahora las voces. (Prensa Latina)