Covid-19 deja en silencio a los principales teatros de Cuba
La Habana, 16 mar.- Los principales teatros de Cuba guardan silencio por la suspensión de los espectáculos artísticos como parte de las medidas de prevención y enfrentamiento al Covid-19.
La disposición, a tono con las que se han ido adoptando en múltiples países, indujo una especie de parálisis en las compañías cubanas pues, aunque los procesos creativos no se detengan, el impedimento de compartir los resultados en un escenario con el público angustia a no pocos artistas.
El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso acogería este domingo la gala de clausura del segundo Festival Internacional de Danza Española y Flamenco, mientras la Orquesta Sinfónica planeaba esparcir la Tercera Sinfonía de Ludwig van Beethoven, conocida como ‘Heroica’, en el Teatro Nacional.
Dicho concierto se insertaba dentro de una serie ideada para celebrar el aniversario 250 del natalicio del inmortal compositor alemán.
Hay teatros que transmiten alma propia, artistas que relatan sentimientos y ejecuciones únicas asociadas a un coliseo o a su público, como sucede con el ballet, por ejemplo.
Por la intensidad de ese apego, se decidió añadir en 2006 el nombre de Alicia Alonso a la denominación del Gran Teatro de La Habana pues, aunque la legendaria bailarina exhibió proezas en múltiples escenarios del planeta, los cubanos acudían allí a venerarla; verla convertirse en Carmen, Giselle, Odette y Odile hechizó a generaciones.
Alonso fue una de las fundadoras del Ballet Nacional de Cuba (BNC), compañía que -ahora bajo la dirección de la primera bailarina Viengsay Valdés- se preparaba para regalar una temporada del clásico Coppelia en el citado coliseo.
Varios artistas jóvenes del BNC debieron posponer el sueño del debut y Danza Contemporánea de Cuba tuvo que aplazar el estreno mundial de una obra inspirada en la novela Pedro Páramo, del escritor mexicano Juan Rulfo.
Con el firme propósito de reducir el riesgo de expansión de la Covid-19, el gobierno del país caribeño extrema medidas con un plan intersectorial que involucra a todas las instituciones de la isla, así como a la población.
De momento, los teatros de Cuba guardan silencio y ese dolor alcanza a todo un pueblo pues el triunfo de la Revolución en 1959 llevó la cultura a los lugares más recónditos, forjó un sistema único de enseñanza artística, le dio acceso a esas escuelas al talento y, además, sentó precios muy baratos para las entradas a los espectáculos.
Todavía en muchos el valor monetario de los boletos se mantiene por debajo del equivalente a un dólar y en ninguno por encima de dos.
Pero las crisis también son productivas para el arte, diría más de un dramaturgo y no son pocos los creadores, de todas las ramas, que lo han demostrado.
La situación actual, generada por un nuevo coronavirus que atemoriza a gran parte del planeta, no paraliza la cultura pues esta deviene una expresión del sentir de la humanidad, por tanto, el arte registrará este momento, con sus cargas emocionales propias.
Por cierto, en redes sociales, miríadas de espectadores comparten imágenes de barrios de Italia en los cuales las personas, recluidas en sus hogares por estos días, acuden a la música como una forma de consuelo; otros publican poesías o letras de canciones con contenidos solidarios y de cariño.
En tiempos de crisis, la cultura proporciona consuelo y contribuye a esparcir amor, tan necesario, siempre. (Prensa Latina)