Gente de mi Pueblo

Me sentía feliz cuando salía en La Orfelina mar afuera, confiesa pescador santacruceño

Santa Cruz Del Sur, 4 ago.- Aunque el padre se negaba a dejarlo pescar, Ramón Eleodoro Astengo Viorlegui lograba convencerlo por ser de todos los hermanos con el que mayor afinidad tenía el horcón familiar.

Todos éramos cariñosos con él, aunque yo lo era más, reveló.

En esa etapa el octogenario era apenas un adolescente.

Yo siempre estaba dispuesto a organizar los cordeles, revisar los anzuelos y quitarle los escaramujos al bote cuando necesitaba pintarse.

El progenitor del entrevistado deseaba que éste realizara otro tipo de faena.

Los pescadores antes de 1959 éramos explotados por los dueños de las casetas. La libra de pescado la pagaban a 25 quilos y a veces hasta en menos precio, señaló.

A fin de no hacer sentir mal a su papá, Astengo Viorlegui accedió a trabajar como dependiente en la tienda de la familia Martínez aledaña al litoral costero.

Allí estaba cómodo, pero el salario que me pagaba no alcanzaba casi para nada. También el viejo y mis hermanos lo que percibían por las ventas de pescado era una miseria. Pescar para mí era mi diversión favorita. Me sentía feliz cuando salía en La Orfelina mar afuera, detalló.

Un tiempo después, cuando el lugareño ya era mayor de edad, volvió lanzar los cordeles con dos de sus hermanos.

A uno de ellos le decíamos Cabezón y el otro se llamaba Florentín. Pesqué luego con otras personas amigas mías, comentó.

En los primeros años del triunfo de la Revolución Cubana, siendo miliciano a Astengo Viorlegui le fue designada la tarea de dirigir la Defensa Civil en Santa Cruz del Sur.

Dejé de pescar, pero muchos familiares míos mantienen esa tradición.