En la salita de Oncología, Arletis ríe (+ Audio y fotos)

15 de febrero: Día Internacional de lucha contra el cáncer infantil
Por Dania Díaz Socarrás/Radio Cadena Agramonte.
Todas sus fotos son en ese cubículo de la sala de Oncología del Hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña de Camagüey, o en la cama marcada con el número diez.

Allí, Arletis aprendió a decir mamá, papá y a llamar por sus nombres a varias de las seños que con tanto esmero la atienden. Allí se sentó con ayuda de la rehabilitadora, se puso de pie bien aguantada y dio así sus primeros pasos.

Las semanas iniciales fueron las más difíciles. A mamá, Arislay de la Cruz, se le aprieta el pecho, se le apaga la voz solo de recordar lo mucho que pasó hasta llegar a esa salita que se ha vuelto el único hogar que su hija conoce.

“Al cumplir el mes la niña, ya la barriguita se le veía grandecita. Días después, cuando le hacen el utrasonido, en Gaspar – poblado perteneciente a la provincia de Ciego de Ávila, donde vivimos- nos dicen que tenía un pequeño aumento de tamaño en el hígado, y tras otros exámenes la remiten al hospital de la capital provincial y de allí para el servicio de Oncología de Camagüey”.

“Cuando llegamos aquí mi mamá nos estaba esperando- recuerda Arislay entre sollozos- me decía que me calmara, que todo saldría bien, ella no es mi madre de sangre, pero siempre ha estado ahí para mí, ahora asume el cuidado de mi hijo mayor y cada vez que la necesito viene. El doctor Juan Carlos Arranz, oncólogo, también bajó a recibirnos; me decía que confiara en ellos, que la niña estaría bien.

El diagnóstico fue un neuroblactoma, en la glándula suprarrenal izquierda, que le generó una metástasis en el hígado; lo tenía aumentado de tamaño y noduloso. Cuando comenzó el tratamiento se le empezó a recoger y ya casi no tiene nada. Desde que entró aquí con los cuidados de todos los médicos, enfermeras y el personal, un equipo maravilloso del que no tengo quejas, ha mejorado mucho”.

La historia que contará Arletis será siempre diferente.

Su primer año de vida ha transcurrido entre el cariño y la preocupación de los médicos y de mamá y papá, por ella, por el hijo mayor de ocho años que quedó en casa sin entender por qué su hermanita tarda tanto en curarse y regresar, y por los niños de otras camas con los que es inevitable compartir la risa y el dolor.

Mañana Arletis cumplirá once meses. Papá Yonlier Leyva ha visto su mejoría y mamá asegura que le celebrarán el año en la salita.

“El año se lo celebraremos aquí y luego iremos a casa, dice Arislay mientras en su rostro predomina la esperanza. Nos darán el primer pase y tendremos que regresar para continuar sus tratamientos. Yo vuelvo todas las veces que ellos me digan, porque los médicos saben lo que es mejor para mi hija y ella es lo más importante”.

El personal del Programa Territorial de Oncología, del que con tanto cariño habla esta familia, sabe que la niña es otra de sus nobles misiones y la seguirá atendiendo para que se mantenga saludable y para que su historia de vida, aunque diferente, siempre incluya alegría, pues como asegura mamá “sé que es una niña feliz porque siempre se está riendo”. (Fotos: de la autora)

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