El Titanic del camagüeyano Joel Jover
La Habana, 5 jun.- Con una obra que lo identifica y representa desde principios de los años 80 del pasado siglo, el camagüeyano Joel Jover -Nuevitas, 1953- huye de toda clase de encasillamiento. No quiere que lo identifiquen como el artista de tal o cual tendencia. No se adscribe a capilla o escuela determinada. Su obra ha crecido en el tiempo bajo el dictado de una conciencia crítica que asimila o discrimina diversas influencias y se dispara con la fuerza de una espiral poética en la que se reconoce un arte auténtico, comprometido con sus búsquedas e inquietudes.
Joel llega avalado por un extenso y enjundioso currículo que lo sitúa como uno de los más destacados creadores cubanos, tanto nacional como internacionalmente, por su participación en muestras expositivas y por la presencia de obras suyas en colecciones institucionales entre las que se destacan el Museo Nacional de Bellas Artes; la Colección del Consejo Nacional de Artes Plásticas; Lyman Allyn Art Museum de New London; Connecticut, EE.UU.; Museo de Bellas Artes de Boston, EE.UU., entre otros.
Es por esto que su presencia en la XII Bienal de La Habana atrae no solo a quienes han seguido su trayectoria, sino al público que por vez primera lo admira.
En la megaexposición Zona Franca, en la Fortaleza San Carlos de La Cabaña, Joel presenta La Generación del Titanic. Alude en este repertorio de imágenes a una retadora obsesión que le ha ocupado en los últimos tiempos: reflexionar sobre los sueños colectivos de seres humanos y su implicación con los destinos individuales.
Esta carga filosófica, sin embargo, no se traduce en una densidad conceptual. Joel construye su discurso a partir de legítimos procedimientos pictóricos, que apelan a la fusión de técnicas en aras de lograr texturas y ensamblajes. Pero sobre todo en función de plasmar imágenes artísticas autosuficientes y a la vez autocríticas.
De tal manera en cada una de las obras se desarrolla una compleja batalla entre referentes utópicos, aristas épicas y perturbadoras distopías, pero con una resultante que apunta más hacia la resistencia y la superación que a las desilusiones y caídas. Y esto es así porque el artista se reconoce como un protagonista más de la travesía humana, como compañero de navegación de las criaturas que luchan contra las metáforas del naufragio y en la punta del iceberg proclaman sus valores.
No es este el único Joel de la Bienal, también está el de las “Mujeres de Camus”, presente en la muestra AB&C organizada por el FCBC en el Salón Taganana del hotel Nacional. Pero tampoco el artista quiere que se le enmarque en esta línea temática.
Su presencia por estas fechas se integra, además, a las obras de carácter social realizadas por el Museo Orgánico de Romerillo.
A fin de cuentas, Joel Jover transita por más de una estación creativa para dejar testimonio de sus razones poéticas y descubrirse a sí mismo y ante los demás como un explorador de siempre renovadas potencialidades.