El rumbo hacia la libertad

El amanecer del dos de diciembre no sería igual que un día común. Se plasmaría en el libro de la historia como el inicio de un camino irreversible en el destino de la nación cubana. La quietud de las primeras luces vería enrumbar hacia la costa oriental, en las proximidades de la playa Las Colorada a un pequeño yate, sobrecargado de hombres, armas y pertrechos de guerra.

El desembarco penoso, desorganizado, en condiciones difíciles, en una costa pantanosa, anegada de aguas fétidas y manglares cargados de mosquitos, hizo penoso el trayecto hacia tierra firme.

Son los combatientes del Moncada, de la lucha clandestina, y otros revolucionarios que vienen a liberar a Cuba. Aunque el jefe de la expedición quiso tomar las precauciones necesarias para realizar el desembarco sin ser detectados, han sido vistos por pescadores y pequeños botes que operan en la zona.

Duros instantes de marcha, un inhóspito y extenso manglar se extiende enfrente de los extenuados revolucionarios. No obstante, van venciendo poco a poco el largo tramo hacia la tierra firme. Por fin la voluntad se impone. Ahora otras serían las vicisitudes. Han sido detectados. Es necesario actuar rápido. Se inicia el reagrupamiento. Algunos equivocadamente emprenden otros rumbos por la desconocida zona oriental. Era el Dos de diciembre de mil 956.

Era el comienzo de la etapa final de la lucha por la libertad de Cuba. El desembarco de los expedicionarios de yate Granma constituyó el preludio de una etapa de formación imprescindible en la estructuración del Ejército Rebelde. El dos de Diciembre marcó el punto de partida donde los hombres decididos a luchar por la emancipación de la nación, iniciaron el ascenso a las montañas de la Sierra Maestra, bastión inexpugnable de la Revolución.

Sesenta y Tres años pasaron desde aquella mañana, cuando los 82 revolucionarios con Fidel al frente, en una épica travesía, llegaron a la costas cubanas, y en un difícil desembarco, dieron inicio al proceso insurreccional iniciado desde el Moncada, y que conllevaría a la reorganización de los revolucionarios, a la creación del movimiento veintiséis de julio, al exilio y la preparación de la expedición. Sería la continuidad de la lucha contra la tiranía del Fulgencio Batista, para acabar con los desmanes y crímenes que sumían la patria.

Vendría duros momentos en aquellos días, con el hambre, sed, asesinatos, y el asedio constante del ejército que se ensañaba en quienes eran capturados. Muchos combatientes serian víctimas de los crímenes de sus persecutores. Pero la fe en la victoria no quebrantaría la voluntad de los revolucionarios, aquellos sobrevivientes que posteriormente al desembarco, se reagruparían en Cinco Palmas, para conformar el primer grupo guerrillero, génesis del Ejército Rebelde.

En recordación a esta gloriosa jornada, el Dos de diciembre es celebrado como Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en homenaje a quienes formaron parte de aquella expedición, a los que ofrendaron sus vidas a lo largo de la contienda contra la tiranía hasta el triunfo final, y a los miembros de ese Ejército de pueblo uniformado, que defiende la patria y está dispuesto a morir por ella para preservar por siempre la Cuba libre de hoy.