Cierre con Cascanueces (+ Video)
Te pido, querido lector, que recuerdes la más hermosa Navidad. ¿Recuerdas los preciosos regalos de colores y el árbol engalanado? Deberías ser capaz de imaginarte cómo se sentían los niños ante el árbol de Navidad. Con los ojos brillantes, los niños se quedaron completamente callados por un instante. Después Marie suspiró profundamente y dijo: “Oh, qué hermoso. Que preciosidad”.
El cascanueces y el rey de los ratones. Ernst Theodore Amadeus Hoffmann
La Habana, 2 ene. – El Ballet Nacional de Cuba cerró el 2023 y abre el 2024 con la puesta en escena de Cascanueces. Vuelve la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba a ser la sede de la compañía, Patrimonio Cultural de la Nación, y que cumplió su 75 aniversario en el año que (recién) termina.
Esta obra de dos actos y cinco escenas, se estrenó, junto con la ópera Yolanta, el 18 de diciembre de 1892. Su historia comienza en 1890 cuando Iván Vsevolovski, director de los Teatros Imperiales Rusos, se inspira en el cuento “El cascanueces y el rey de los ratones” del escritor alemán Ernst Theodore Amadeus Hoffmann. Vsevolovski solicita a Piotr Illich Chaikovski la composición de una nueva partitura lírica en un acto y un ballet, para su presentación en el teatro Mariinsky de San Petersburgo. El libreto fue encargado a Marius Petipa.
Un detalle interesante de la composición musical es que Chaikovski decidió utilizar la celesta. Este es un instrumento musical creado en Francia en 1886. De aspecto similar a un piano pequeño, pero a diferencia de aquel producía sonidos similares a toques de campana mediante martillos que golpean sobre barras de metal. El compositor ruso fue el primero en usar ese instrumento en su país, y lo empleó en la variación del Hada Garapiñada.
El primer acto se desarrolla en la casa de Clara durante la celebración de la navidad. Los invitados admiran la hermosa decoración del tradicional árbol creado para esa fiesta. Drosselmeyer, el padrino de Clara, un visitante esperado con ansiedad por los niños, aparece y asombra a todos con sus magias y con los muñecos que construye. Tres de ellos, Petruchka, La Muñeca y el Moro, situados en un pequeño teatro, representan una alegoría sobre la historia de Petruchka.
Drosselmeyer obsequia a Clara un cascanueces en forma de soldado, que la niña recibe con alegría. Su hermano, celoso por el regalo, rompe el cascanueces. Clara se entristece, pero Drosselmeyer arregla el ingenioso artefacto, se lo devuelve y ella lo coloca junto al árbol. Los niños son llevados a dormir y los invitados se despiden. Clara, medio adormecida, regresa al salón en busca de su juguete. De pronto, ve con asombro y temor como el árbol de navidad comienza a crecer hasta alcanzar un gran tamaño. Numerosos ratones surgen en todas partes y la agreden. En ese instante, suenan las campanadas del reloj, el cascanueces cobra vida y, un ejército de soldados de juguetes vence a los ratones. Drosselmeyer invita a Clara y al cascanueces a viajar por el país de las nieves. Allí junto a la montaña, la Reina y el Príncipe de las Nieves, y su corte de copos de nieve, danzan para ellos.
En el segundo acto, Clara y el cascanueces, conducidos por la magia de Drosselmeyer, llegan al Reino de los Dulces, donde son bienvenidos. El Hada Garapiñada, su caballero y otros personajes de ese fantástico país, agasajan a los recien llegados. Al terminar la fiesta, Clara es despertada, de lo que pareció ser un maravilloso sueño, mientras cascanueces descansa en su regazo.
Cascanueces tuvo su debut en Cuba el 15 de febrero de 1917, gracias a las actuaciones de Anna Pávlova y su compañía en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, entonces Teatro Nacional. El 5 de noviembre de 1998 se estrena en el Teatro Nacional de Cuba, durante el 16 Festival Internacional de Ballet de La Habana y como parte de los festejos por el aniversario 50 del Ballet, la versión coreográfica de la obra integral concebida por Alicia Alonso.
Esta temporada continuará sus presentaciones los dias 5, 6 y 7 de enero, compartiendo las primeras figuras de la compañía los roles protagónicos. Mención aparte para la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana dirigida por Yhovani Duarte, quien se convierte en un ente vital para esta puesta en escena. No se debe dejar de mencionar a la Cantoría Solfa dirigida por Mailán Ávila, cuyos niños y adolescentes ayudan a la majestuosidad del espectáculo. Le recomiendo que no se pierda las funciones que faltan. (Tomado de Radio Reloj)
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