Carlos Manuel de Céspedes inspira a sus hijos hoy

Santa Cruz del Sur, 18 abr.- El 18 de abril de 1819 nacía en Bayamo, hace hoy 201 años, una de las figuras más prominentes de la historia de Cuba de todos los tiempos, su nombre: Carlos Manuel de Céspedes.

 

Hijo de una familia criolla adinerada estudió la abogacía, viajó por varios países de Europa adquiriendo una vasta cultura, fue un hombre de su tiempo, que sin tener en cuenta el origen social, se insertó en el sentir de sus compatriotas y encabezó, entre otros ricos de ideas independentistas y revolucionarias, en las conspiraciones que posteriormente llevarían adelante la insurrección a los campos cubanos para luchar por la emancipación del yugo colonial español.

 

Céspedes fue el artífice de la clarinada del 10 de octubre, el hombre que dio la libertad a sus esclavos, y los llamo a filas para rebelarse frente a la metrópoli.

 

Aglutinó en la primera etapa de la lucha a los grandes caudillos de la región para iniciar la contienda bélica que duraría diez largos y sangrientos años, donde se escribieron páginas inmortales de heroísmos y sacrificios, en aras de llevar la revolución y el triunfo al pueblo cubano.

 

La calidad humana y valores éticos de Céspedes son manifiestos en su actitud frente a los españoles cuando lo conminan a rendirse a cambio de la vida de su hijo, y su actitud magnánima cuando es depuesto por otros patriotas de su grado de General en Jefe y su condición de presidente de la República en armas.

 

El retiro hacia San Lorenzo son otro ejemplo de estas cualidades morales y revolucionarias de Carlos Manuel de Céspedes, quien supo poner por encima de los sentimientos personales, el amor a la patria, y aceptó su destino con valor y humildad, sin pedir nada, sin exigir lo que a su rango militar y su condición de presidente le era posible.

 

Son memorables sus palabras, consideradas como un testamento político, donde afirma: “En cuanto a mi deposición he hecho lo que debía hacer. Me he inmolado ante el altar de mi Patria en el templo de la ley. Por mí no se derramará sangre en Cuba. Mi conciencia está muy tranquila y espera el fallo de la Historia. Y pongamos aquí punto final a la política.”

 

Allí en la finca San Lorenzo, vivió sus últimos días, y libró su último combate, para insertarse a la lista de héroes inmortales de la patria.

 

La historia de la Revolución Cubana no puede escribirse sin plasmar en sus primeras páginas el nombre glorioso de Carlos Manuel de Céspedes, aquel gallardo criollo del Bayamo legendario, que ofreció toda su fortuna a la emancipación de los cubanos, fue el hombre de la gran clarinada de La Demajagua, a quien su pueblo, en noble y respetuosa reverencia le otorgó el merecido título honorífico de Padre de la Patria.