Árbitros cubanos trabajarán en Tokio 2020
La Habana, 28 abr.- Aunque los deportistas ostentan el mayor protagonismo y casi siempre aportan las noticias, resulta imposible pensar cualquier competencia sin otras “piezas” claves, en especial sin los árbitros y jueces.
Se trata de hombres y mujeres con funciones imprescindibles, gestadas como norma desde el anonimato. Hacen cumplir las reglas, valoran actuaciones y sancionan a los infractores.
Necesitan años de preparación, evaluaciones periódicas y una permanente actualización. Pueden cumplir sus tareas dentro o fuera de los terrenos de juego, pero siempre dotados de una cualidad esencial: la imparcialidad.
Obrar en unos juegos olímpicos representa el máximo reconocimiento al esfuerzo y preparación de un árbitro. Actuar en esos escenarios significa un premio individual y motivo de orgullo para el país en que se formaron.
Así lo asume el movimiento deportivo cubano, que estará representado por siete jueces en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020. Ese grupo extenderá una tradición de la Isla y ratificará su bien ganado prestigio.
Historias interesantes y puntos de vista sobre las funciones que encararán en la capital japonesa formaron parte de recientes conversaciones de JIT con tres de ellos.
ENTRE ARCOS Y DIANAS
Los conocedores del tiro con arco en Cuba saben quién es Sergio Font. No por sus resultados como atleta, sino por su trayectoria como prestigioso juez internacional.
De tanto verlo en funciones podrían pasar por alto ciertos detalles, mas Sergio es la viva imagen de su profesión. Elegante, tranquilo al explicar y dueño de un modulado metal de voz que seguramente perfeccionó en su otro trabajo, el de profesor de inglés.
Nació en una familia de la arquería, pues su padre fue un reconocido juez. En 1982, con apenas 19 años de edad, alcanzó la categoría internacional, convirtiéndose en el más joven del mundo en lograrlo.
Bajo los cinco aros debutó en Barcelona 1992, de modo que en Tokio 2020 disfrutará de su octava experiencia consecutiva en estas lides.
¿Cómo recuerda aquella primera vez en Barcelona?
Trabajé en todos los partidos de eliminación y por medallas. Fue una gran experiencia, sobre todo porque se aplicaron muchas reglas nuevas. Gracias a mi trabajo fui nombrado jefe de jueces del campeonato mundial en Indonesia 1995, función que luego he repetido en innumerables ocasiones.
Han sido diversas sus funciones en el arbitraje olímpico. ¿Algún momento complicado?
En Atlanta 1996 me desempeñé como juez de la línea de tiro, incluso en los partidos por las medallas de oro en individual masculino y por equipos. En Sídney 2000 trabajé en el área de resultados. Para Atenas 2004 fui nombrado jefe de la comisión de jueces; y en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016 integré el jurado de apelaciones.
Todas fueron experiencias enriquecedoras, pero Atenas representó el mayor reto, pues dirigí los 13 jueces de un grupo. Se produjeron algunos errores, debí enfrentar situaciones complicadas y hasta apelaciones de los equipos de Kazajistán y China. Finalmente el trabajo resultó exitoso, pero lo recuerdo como el torneo más complejo.
¿El quinto lugar de Stevens en Beijing?
La actuación de Juan Carlos Stevens fue brillante. Estaba en el jurado de apelaciones, el que presidiré también en Tokio, y viví todos sus partidos con mucha emoción, sobre todo verlo llegar a cuartos de final ante el mejor coreano.
Es un ejemplo de dedicación al deporte. Lleva 29 años en el equipo nacional y se mantiene entre los tres mejores. Además debe destacarse lo alcanzado en Sídney, pues clasificamos a cuatro arqueros y uno de ellos, Ismely Arias, finalizó en el puesto 14 entre 64 participantes.
ATLETA Y JUEZ OLÍMPICO
A Rolando Ruiz Pedreguera el torneo de clavados de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 le dejó el sabor más amargo de su carrera. Una lesión quebró el sueño de una medalla posible. Luego, ha podido resarcirse desde una función en que acapara muchos éxitos.
Juez internacional en cinco citas olímpicas seguidas, desde Sídney 2000, lo ubican entre los más experimentados y respetados. Cuenta que asumió la primera vez como todo inexperto, aunque seguro de sus capacidades.
¿Qué no debe olvidarse para asistir a unos juegos olímpicos?
Tener muy clara la condición de imparcial. Juzgar con honestidad y respeto el trabajo de los atletas, pues se esfuerzan durante años para tocar la gloria y un mal juicio puede troncharles ese sueño.
¿Enfrentas Tokio 2020 desde otra óptica?
Con el ímpetu y la responsabilidad de siempre, pero con una experiencia que garantiza mayor seguridad. No me confío ni pierdo la concentración. Eso se mantiene como el primer día.
¿Alguna vez sintió equivocarse en las calificaciones?
Todos hemos tenido esa experiencia, en mayor o menor escala. Esos errores hacen reflexionar y aprender. Tengo el privilegio de ostentar el mejor coeficiente de calificación acertada en los eventos olímpicos de clavados. Eso me hace sentir seguro y comprometido.
¿Diferente una cita olímpica de otras lides internacionales?
Sí, es el evento élite, el más importante del deporte. La presión por ser imparcial y justo se acrecienta. De nosotros depende el resultado más importante de los atletas.
PRESENTE EN EL ESTRENO DEL PARABÁDMINTON
Luis Enrique Charadán asistirá como juez al estreno del parabádminton en juegos paralímpicos. En Tokio compartirá funciones con la suiza Bárbara Fryer y la china Liu Sian, máximas autoridades técnicas del evento.
Miembro de la Comisión Mundial de Arbitraje, estuvo en Río 2016 y acumula una vasta experiencia en juegos multidisciplinarios y campeonatos del orbe. Ello le convierte en una voz muy autorizada.
¿Cuánto se disfruta una cita olímpica?
Solo participar es un alto honor. Puede apreciarse una gran diversidad cultural y priman la amistad, el respeto y el reconocimiento a los buenos resultados. Ningún otro evento tiene el poder de reunir a tantas personas tras un mismo objetivo: competir por la gloria olímpica.
¿Qué implica representar a Cuba desde su función?
Lo asumo como un gran honor y compromiso. Hay que hacerlo bien en nombre del país. Un mal accionar personal es un mal accionar de Cuba. Además, ser electo entre tantos oficiales técnicos del mundo demuestra el reconocimiento a la persona y su nación.
Convertirse en un reconocido juez exige tiempo… ¿Qué otra cosa no puede faltar en ese proceso?
La capacidad de trabajar en equipo, ser líder y ejemplo de comportamiento dentro y fuera de las áreas de competencias. No debemos olvidar tampoco que un árbitro es un educador, un formador. Ser firme en las decisiones, pero tener la capacidad de reconocer y corregir errores si fuera posible.
Un juez debe recuperarse de situaciones difíciles y continuar la conducción del partido de modo coherente y natural. (JIT)