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Alba, bronce olímpico con alma de campeón

París.- «PARA mí, soy un campeón olímpico», confesó hoy desbordado de felicidad el cubano Rafael Alba, arropado por la majestuosidad del Grand Palais en esta ciudad, donde dejó su huella conquistando por segunda ocasión consecutiva una medalla olímpica de bronce en taekwondo.

Acaba el santiaguero de protagonizar una de las actuaciones mayúsculas de la delegación de la Isla en la Ciudad de la Luz. Frente a gigantes de más de 80 kilogramos libró batallas memorables, la última sometiendo con claridad al croata Ivan Sapina en dos asaltos (6-1 y 9-0) para subir al soñado podio.

Se presentó Alba por última vez en el emblemático recinto con la intención de no dejar respirar a su rival. Atacó desde el primer minuto sin tregua… quería el bronce como despedida de una carrera de dos décadas, marcada por un par de títulos mundiales.

Dirigió sus ataques con certeza, trabajó sobre las debilidades del oponente -también medallista en lides universales-, quien no encontró respuestas para cambiar la historia.

En el camino había quedado el turco Emre Kutalmis Atesli. Solo el británico Caden Cunningham pudo desviarlo de la senda dorada, pero lejos de flaquear, regresó con más fuerza para vencer en el repechaje a Abdoul Issoufou, nacido en Níger y con varios premios de nivel en su expediente.

«Todos son hombres con buenas posiciones en el ranking mundial. Esta es una división muy fuerte y aquí estaban todos», reconoció el veterano peleador de la Isla, que se encargó de extender la tradición de medallas de su deporte en citas bajo los cinco aros.

Desde Sídney 2000, cuando comenzó el romance de los taekwondocas cubanos con el éxito olímpico, solo se ausentaron del podio en Río de Janeiro 2016, cuando el propio Alba se despidió con una novena plaza.

Ahora, con el fragor del combate aún “quemándole”, y a menos de 48 horas de cumplir 31 años de edad, Alba no disimula las emociones, habla de las sensaciones que le ha dejado este nuevo logro y hasta reconoce que nunca imaginó mejor forma para terminar una carrera que tantas alegrías le ha regalado.

¿Cómo se asimila un resultado así?

Aún sigo pensando… no lo he asimilado. En Tokio la valoré como una medalla de bronce, pero esta para mí tiene un valor mucho mayor. Te repito, es oro… para mí tiene ese gran valor, sabe a oro…

¿Cuánto de sacrificio hay detrás de esto?

Las personas solo ven la parte linda del deporte, el atleta que gana, el que se para en un escenario lleno de luces y el público que grita… pero el deporte es más que eso. Es lesiones, dolores –en mi caso dos operaciones– , alejado de la familia, sin poder hacer tantas cosas que te quita un poco tu juventud.

Pero, ¿instantes como estos compensan?

En parte sí, compensa, porque es el resultado de mucho sacrificio.

La diferencia entre el bronce de Tokio hace tres años y este…

A Tokio también llegué lesionado. Aquí, con el añadido de un proceso quirúrgico, que si bien no fue muy complicado, siempre hay que reponerse para volver al campo de batalla, que es muy exigente.

¿Llegar en esas condiciones te hizo pensar que no podías?

Uno siempre duda un poco. Siempre que se pasa por momentos difíciles en la vida sucede, pero lo logrado demuestra de qué estamos hechos y qué somos capaces de hacer .

¿Es momento de tomar alguna decisión respecto al futuro?

Pienso que sí, ya es hora de valorar ciertas cosas. Uno debe saber retirarse en la buena y para mí esta es súper buena.

Quiero dedicarle más tiempo a la familia, a mi hijo, realmente le ha hecho falta su padre. También dedicarme tiempo para crecer en lo profesional y quizás en algún momento transmitir mis conocimientos.

Entonces Alba se siente campeón…

Eso no dejaré de pensarlo. Me llevo otra medalla de bronce, pero me siento un campeón olímpico, por el simple hecho de llegar aquí, enfrentarme a todos estos “monstruos” y obtener una medalla. (Tomado de Jit)