Vaivenes petroleros
Los especuladores energéticos hacen nuevamente de las suyas luego de embolsarse las masivas ayudas financieras que los gobiernos de las metrópolis capitalistas otorgaron a los negociantes devenidos sepultureros de la economía global, a cuenta de su desmedido afán de lucro e ilimitada irresponsabilidad.
Vale el breve recuento: a mediados del 2008 el crudo llegó a cotizarse a más de 147 dólares el barril, todo un lujo histórico.
El impulso del petróleo estuvo entonces sustentado en la cadena de acciones especulativas que copó el mercado de energéticos, fuente de voluminosos ingresos permanentes en razón del esencial uso universal de tal materia primas. Sería el precio tope marcado por el oro negro a lo largo de su existencia mercantil.
De pronto, los fundamentos se revolvieron contra los fondos y la realidad de almacenes rebosantes de crudo, junto a la falta de solvencia generada a nivel global por la crisis financiera que estalló en los Estados Unidos y se expandió como otra epidemia más por todos los rincones del planeta, empujaron al petróleo a su severa devaluación.
Ese fenómeno incluso promovió recortes forzosos de suministros globales por entidades como la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en busca de la recuperación en los precios.
De hecho, en diciembre del 2008, el barril del hidrocarburo llegó a cotizarse a cerca de 33 dólares, una pérdida de alrededor de las tres cuartas partes del hasta ahora irrepetible récord de mediados de aquel año.
El apoyo financiero masivo de las potencias capitalistas a los especuladores, ha propiciado que la actividad lucrativa de los tahúres con respecto al mercado energético haya colocado al oro negro en nuestros días entre los 70 y 80 dólares el barril.
Ligado, como era de esperar, a las oscilaciones del dólar en los mercados cambiarios, o a expectativas económicas netamente parciales que nada aseguran en torno a la recuperación que estimule la demanda.
Las realidades también golpean, y algunos de los jugadores de la ruleta mercantil no han olvidado los amargos días de la depreciación petrolera de fines del 2008, y asumen las cosas con mayor cautela.
Así, la pasada semana el crudo descendió a su nivel más bajo en un mes: 76,35 dólares el barril en los Estados Unidos, debido a que los rebosantes inventarios en ese país incentivaron las preocupaciones sobre la persistencia de la baja demanda.
Las pérdidas ocurrieron luego que la administración energética norteamericana reportara que las existencias nacionales de crudo subieron en 1,8 millones de barriles, y las de gasolina en 2,5 millones, a pesar de la cercanía del invierno y del descenso del dólar, lo cual abarata automáticamente las materias primas valuadas en esa moneda para los poseedores de otras divisas.
Al parecer, entre los oportunistas de las bolsas, algunos pragmáticos ya no se lanzan de cabeza en el vendaval sin antes pensarlo. Veremos lo que dura semejante “actitud reflexiva”. (Por Néstor Núñez/Servicio Especial de la AIN )