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Camagüey y la batalla contra el mosquito Aedes aegypti

Camagüey y la batalla contra el mosquito Aedes aegyptiJuan Llambias Peláez, especialista en higiene y epidemiología desde hace 17 años, se ha enfrentado reiteradamente en los últimos tiempos a la infestación del mosquito Aedes aegypti en la provincia de Camagüey, lo cual le da suficiente experiencia para afirmar: “La gente tiene que sentir el riesgo de que se puede enfermar.”
  
El Aedes aegypti, capaz de trasmitir los virus del dengue y de la fiebre amarilla, tiene hábitos domésticos, o sea que vive y procrea en el ámbito de las viviendas o locales de trabajo, tanto en sitios techados como patios.
  
Para eliminar los posibles lugares donde la mosquita pone los huevos y se crían las larvas es elemental la actuación consciente de la comunidad, de ahí la preocupación de Llambias acerca de la percepción de riesgo en la población.
  
Y, ¿cuáles son esos “salones de parto” de la hembra del Aedes aegypti? Cualquiera donde se almacene agua, aunque sea poca cantidad, sentencia.
  
La acumulada en la chapa de una botella, la tapa de un pequeño envase de pastillas, en un nailon que se desechó o en la cáscara de un pedazo de aguacate o de un huevo de gallina es suficiente, señala el especialista.
   
En Camaguey casi el 75 por ciento de los focos fueron detectados en recipientes para almacenar el líquido de uso cotidiano, como tanques a nivel del piso, cubos, palanganas y ollas, sin cubrir o mal tapados.
  
Partiendo de sus experiencias al frente del Departamento de Vectores de la Dirección Provincial de Salud desde hace dos años, Llambias asegura que la ciudadanía tiene la vía más rápida, eficaz, económica y duradera para cortarle al mosquito su supervivencia.
  
Algo más: del total de focos de mosquitos (no sólo de Aedes aegypti) encontrados en Camagüey, únicamente se aplicó el decreto-ley 272, el cual multa a los infractores, en el 75 por ciento de los casos. Como se observa, la benevolencia no ayuda a resolver el problema.
  
Pero Llambias aclara que la penalidad no sólo es para  quienes se les detectó foco en su vivienda o en el local bajo su responsabilidad, sino que también contempla a los que propician la existencia de puntos donde se acumule agua sin la debida protección.
  
Lo cierto es que desde 2005 la provincia presenta niveles altos de la plaga, con más del 98 por ciento localizado en la ciudad de Camagüey, que tiene más de 122 mil locales en su perímetro y grados de infestación,  muy por encima del 0.05 por ciento permisible.
  
En la primera semana de octubre, la provincia de Camagüey tenía el 12,6 por ciento de la focalidad del país y reportó casi cuatro mil 200 focos por encima de igual fecha de 2008, aunque es en la ciudad cabecera donde se concentra el problema.
  
La situación apremia y desde hace varias semanas la batida con medios químicos resulta persistente, pero también se precisa la comprensión de la población para que cumpla con el tiempo establecido para mantener la vivienda cerrada con el humo plaguicida y el cuidado del abate.
  
Pero la lucha se torna compleja por problemas objetivos, y uno radica en que la fuerza de operarios,  jefes de brigadas y supervisores de la campaña antivectorial está incompleta.
  
Trabajadores de la Salud y de otros municipios se han sumado a apoyar tan importante tarea y la propaganda de medidas para evitar los criaderos, y en las próximas semanas se incorporarán estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas.
  
Conspira también la cantidad de viviendas cerradas en la ciudad, en las cuales no se realiza el tratamiento establecido para estos casos, un problema que reclama mayor acción de la comunidad para resolver esta limitante.
  
Aún en medio de serias dificultades económicas que limitan la posibilidad de adquirir todo el equipamiento material necesario, el país realiza grandes esfuerzos para realizar esta campaña antivectorial.
  
Camagüey enfrenta la infestación decidida a batir al Aedes aegypti y mantenerlo en niveles aceptables, pero el trabajo principal lo tiene, ya se sabe, la propia población con su acción cotidiana, sistemática y cuidadosa.
  
No tener ni crear condiciones para “salones de parto” del  Aedes aegypti, tanto en las viviendas como en lugares de estudio o labor, es el mejor plaguicida. (Por Lucilo Tejera Díaz/ Servicio Especial de la AIN)