Lidia Reyes Moreno: Volvería a trabajar en las Comunicaciones
Por: Raúl Reyes Rodríguez
Sobre una bicicleta una mujer de pequeña estatura anda ajetreada cuando va a solucionar alguna queja. La telefonía pública es su prioridad y sin demora atiende las roturas o interrupciones en los hogares donde hay Agentes de Telecomunicaciones o en las conocidas “públicas”, ambas modalidades ubicadas en diversos sitios urbanos y rurales de Santa Cruz del Sur.
Inicialmente emprendió la labor frente a una vetusta pizarra. “Empecé en el año 1973, en el Centro Municipal de Comunicaciones. La pequeña institución radicaba en ese entonces en la casa de Noemí Ponce de León, quien era la máxima responsable de la tarea”, recuerda Lidia Reyes Moreno. Su interés por tal oficio conllevó a que se convirtiera en operadora de larga distancia.
“Pasábamos muchos malestares pues el trabajo resultaba engorroso, no habían piezas de repuesto para ese equipamiento… Los ruidos en línea no faltaban ya que la pizarra funcionaba con magnetos.
Cuando recibíamos el pedido de los clientes colocábamos los plugs, bastante largos por cierto, en los orificios identificados por chapitas. Cada una contenía un único dígito, numeración que por esa etapa tenían los teléfonos en la localidad. Le dábamos a la manigueta varias vueltas en el día o la noche, estableciéndose así la comunicación”.
Al fallecer la Ponce de León a Reyes se le designa la jefatura del Centro, trasladado en ese período hacia un mejor inmueble compartido con los trabajadores de Correos (hoy Joven Club de Computación).
“La mejoría tecnológica era notable. Se había montado una planta analógica. El servicio adquirió calidad, podíamos complacer las peticiones de los usuarios a cualquier lugar de la provincia. Si el número requerido pertenecía a otras zonas del país o en el exterior las operadoras de Camagüey auxiliaban la solicitud. Nos contentábamos, además, porque apoyábamos al pueblo con el servicio del matutino”.
Una vistosa edificación concluida en el 1997 acogió al colectivo laboral de Correos y Telégrafos y la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA). “El sistema analógico se mantenía, sin embargo, dio la posibilidad de ampliar las capacidades telefónicas y las operadoras mejoramos en confort. Luego llegó para bien del país la tecnología digital favoreciendo a la entidad, los clientes y la población”.
Las gestiones de llamadas en caso de muerte o enfermedad “han sido siempre priorizadas. A la operadora que le corresponda esos trámites no puede descansar hasta que no haya conseguido cumplir el pedido del usuario. Una tiene que sentirse en el lugar de esa persona”.
Al presentar problemas de salud Lidia debió ocupar otra plaza: “Reparadora de la telefonía pública”. Atiende más de 200 públicas y Agentes de Telecomunicaciones. “Nunca me ha faltado el apoyo de los reparadores. En el lugar más intrincado de la localidad donde exista una avería, relacionada con mi faena, ellos me acompañan… Son formidables compañeros”.
La amabilidad y la cortesía son valores, según ella, que toda operadora debe reflejar por muy agotada que se encuentre. “Muchos recuerdan mi etapa como operadora comparándome con un ave. Al encontrarme con aquellos antiguos clientes vuelve la frase elogiosa: ¡Tú eras el “gorrioncito” de ETECSA!”
Ya puede acogerse a la jubilación pero no quiere “prefiero esperar otro año. Va a resultar algo bien complejo para mí desligarme de este linda labor. Si tuviera la posibilidad de volver a nacer, aunque eso es imposible, volvería a trabajar en las Comunicaciones”.