Acuario Nacional: templo de la educación ambiental

Acuario Nacional: templo de la educación ambientalPese a su condición insular, Cuba nunca tuvo un Acuario Nacional hasta 1959, cuando el Doctor en Ciencias Naturales Darío Guitart Manday recibió la encomienda de la naciente Revolución triunfante de crearlo para adjudicarse una iniciativa reveladora: ser el pionero en iniciar las labores de educación ambiental en el país.

En un principio, Guitart Manday y sus colaboradores acogieron la proposición de construirlo en el Rincón de Sibarimar o de Guanabo, al este y a pocos kilómetros de la capital, pero llegaron a la conclusión de que no reunía el mínimo de condiciones para tan ambicioso proyecto de mantener exhibiciones marinas vivas.

Solo unos meses después fijaron la atención en una lujosa residencia del otrora aristocrático barrio habanero de Miramar, actual municipio de Playa, que servió para citas amorosas de Rafael Ángel Salas Cañizares, Brigadier General y jefe de la Policía Nacional, anticientífico por excelencia y asesino por convicción de la dictadura de Fulgencio Batista.

Una vez sentadas las bases de la infraestructura imprescindible, comenzó la etapa de ahondar en los conocimientos de ictiología, clasificación de las especies, biología marina, identificación de las dietas y el soporte tecnológico para el bienestar de los tesoros marinos por exhibir.

Con el tiempo y por sus estudios sobre ictiofauna y en particular de los tiburones, Guitart Manday llegó convertirse en uno de los especialistas más reconocidos en el mundo, pero en la época fundacional y casi sin percatarse pasó a ser el primer director del Acuario Nacional Cuba, su nombre exacto y que abriría sus puertas al público el 23 de enero de 1960.

Los primeros visitantes empezaron a apreciar lo mostrado en 13 pequeñas peceras y también a relacionarse con peces e invertebrados marinos vivos, y desde entonces aumentó la cantidad de recipientes, las muestras de flora marina tropical y, sobre todo, sentaron las pautas para su manejo.

En 1974 un acontecimiento revolucionó el criadero, cuando la embarcación Arimao, de la Flota Cubana de Pesca, capturó accidentalmente a un lobo marino (Arctocephalus pusillus) en aguas sudafricanas. Destinado a la institución, luego lo identificaron como la foca Silvia, aunque no lo era en realidad.

Casi siempre los niños allí reunidos -al verla- coreaban su nombre y ella complacía a todos con sus piruetas, regalaba flores o besaba a los más pequeños, aún a pesar de su corta vista. Tras su muerte se encuentra embalsamada en el Museo de Historia Natural, otra institución científico-cultural cubana que genera colecciones de objetos de la naturaleza.

Los proyectos de la instalación capitalina fructificaron y así surgieron el Acuario de Baconao (Santiago de Cuba), el Parque Bahía de Naranjo (Holguín) y los Delfinarios de la playa de Varadero (Matanzas) y el de Cienfuegos.

Sin embargo, por el paso del tiempo, algunas de sus áreas comenzaron a sentir los efectos de la descapitalización y la agresividad de un entorno maravilloso, pero en ocasiones sin límites de daños, lo cual provocó la puesta en marcha de un proyecto de rehabilitación y ampliación.

La Doctora en Ciencias Veterinarias Rosa Elena Simeón Negrín (1943-2004), ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, intervino en sesiones de trabajo con los equipos de proyectistas, constructores y especialistas hasta la terminación de las obras en 2002.

A la sazón, el Comandante en Jefe Fidel Castro las inauguró el 14 de enero de ese año. Allí permanecen depositadas las cinco mayores colecciones naturales marinas de referencia de la diversidad biológica cubana, consideradas entre las más representativas del Caribe y América Latina por su estado de organización y conservación. (Por Lino Luben Pérez, AIN)