Al sur

Merecido Día de los Padres para longevo de Santa Cruz del Sur

Merecido Día de los Padres para longevo de Santa Cruz del SurUn colectivo familiar se une hoy, Día de los Padres para besar a quien correspondió asumir, por un largo periodo, el trono de la casa, mientras la fortaleza física se lo permitió. Llegado el momento preciso este rey, por condición natural, decidió legar sus obligaciones a los descendientes, a fin de tomar el esencial descanso.

El amor, como sol que es, todo lo abraza y funde, nos dejó dicho el Apóstol. Sentimiento de monumental valía para Luis Antonio Quintero Márquez.”No soy una persona envidiosa, ni guardo rencores. Dispuesto a hacer el bien, tal vez por eso tengo el corazón como el de un niño, libre de maldad”.

Nació allá en el otrora Puerto de Manopla (hoy fondeadero) de Santa Cruz del Sur, sitio desde el cual se exportaban las mieles y el azúcar del central Haití. Quizás esa mezcla le propició tanto dulzor al carácter. Tras llegar ante él, y saludarlo con el respeto merecido, asentó la ocurrencia: “¡Aquí, repartiendo calor! ¿Quiere llevarse un poco?”.

De mediana talla, este hombre ha llevado la complexión delgada como símbolo de aquella osadía puesta a prueba, armadura indefectible, en los cortes de caña y las pesquerías. “Tuve necesidad de hacer esas tareas desde que comencé a crecer… Me quedé con los deseos de ir a la escuela. Había una de madera bastante amplia en San Miguel del Junco, un barrio rural. Tenía de todo adentro, pero le faltaba lo más importante el maestro. Alguien la abría una vez por semana, la barría, y ya…”.

Aunque a los libros no tuvo acceso, esa educación recibida de los progenitores le permitió transformarse en un caballero. “Nunca he sido amigo de las groserías, ni del ron, tampoco de los malos juntamentos. Tuve una sola mujer, Irma, con la cual tuve mis retoños. Ya falleció… Durante los 60 años de matrimonio nunca nos disgustamos uno con el otro, primó entre nosotros la pasión, aumentada en los siete hijos, dos de ellos hembras”.

El longevo vive acompañado de Adela y Juana. “Ellas son incondicionales. Tengo todo lo que necesito, no soy nada exigente, y mantengo la disciplina propia de la edad. Sólo en la comida hago algunas reclamaciones: como sólo pescado, no soy amante de los vegetales, y los frijoles me encantan en potaje. El resto de los hijos no dejan de complacerme así”.

Juana, la mayor de los descendientes, considera “es una satisfacción tenerlo vivo. Quisiera a mi madre así también. Que él haya llegado hasta aquí es una alegría infinita. El cumpleaños no dejamos de celebrárselo”.

“Mi viejo es un alma de Dios, afirma Adela. No da lucha para nada. El cuidado esmerado que él nos dio junto a mamá, se lo estamos correspondiendo. Quien siembre amor, amor recoge”.

Luis Antonio toma las medidas correspondientes, pues es precavido. “No salgo solo a la calle, temo caerme. Las hijas son las que me sacan a estirar las piernas por aquí cerca. Los viejos sentados se entumen”.

La familia se va extendiendo a través de los 15 nietos, 17 bisnietos y cinco tataranietos. “No imaginé nunca tener la posibilidad de pasarme de los 100, rodeado de tantos seres queridos. Irma no lo logró… tal vez ella los vea a través de mis ojos. Sigo enamorado de aquella muchacha del barrio Loreto. Fue una gran dicha casarnos”.

A Quintero no le falta el optimismo, “porque en primer lugar no me pesan los 104 años… Voy a cumplir muchos más, espero…” (Por: Raúl Reyes Rodríguez/ Colaborador de Radio Santa Cruz)