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Cuidado con las chancletas

Cuidado con las chancletas Sin discusión alguna, ellas resultan cómodas, muy cómodas en estos meses estivales, sobre todo si estamos en la playa, el campismo, la casa, pero pueden afectar nuestra salud de no tomar las medidas pertinentes.

Nos referimos a las chancletas, chanclas, hawaianas o sandalias pues su uso indiscriminado ocasiona serios trastornos.

Según un estudio realizado por el Doctor Justin Shroyer, profesor de la Universidad de Louisiana-Lafayette de Estados Unidos, a fin de describir los problemas presentes en quienes utilizaban este tipo de calzado, los principales dolores se situaban en las espinillas y tobillos.

¿La razón? Al usarlas, en su mayoría, debemos hacer esfuerzos con esos grupos musculares para que no se nos salga el pie; de igual manera, al caminar con ellas los pasos resultan más cortos para recorrer la misma distancia. Expone Shroyer que la principal consecuencia es el molesto dolor en los pies.

Para evitar este problema se sugiere que lo mejor es llevar chancletas "cerradas", que se cojan al pie con una cinta posterior o varias de ellas. De igual modo, si el empeine es más cerrado, se evita que el pie se salga con facilidad y se evita efectuar esfuerzos con los músculos referidos anterior. Si el talón queda "introducido" en un hueco, es decir, cerrado alrededor del mismo, se dificulta que el calzado se salga.

De igual modo, se recomienda no emplearlas para dar largas caminatas ni para realizar ejercicios, lo cual olvidamos a menudo sobre todo durante el verano. De no hacerlo nos exponemos a padecer de fascitis plantar.

Cuando los zapatos son los adecuados y se hallan adaptados a nuestros pies, absorben los golpes propios de caminar, de lo contrario quienes sufren las consecuencias son las estructuras situadas por encima de los pies, pues intentan compensar este desequilibrio. Quienes abusan de las chancletas o de zapatos parecidos terminan padeciendo, con el paso del tiempo, de artrosis de rodillas o de caderas.

¿Prescindir de las chanclas? No, sino limitarnos a emplearlas para paseos cortos en la playa, la piscina o el campismo, pero nunca para dar grandes caminatas. Prefiera siempre las que estén cerradas por detrás y que protejan los talones, sus pies se lo agradecerán.

Lucía Sanz Araujo/Radio Rebelde