Un hombre respetado en su tiempo
José Antonio Saco, sociólogo, historiador y economista, nació en Bayamo, el 7 de mayo de 1797. Vivió su juventud y madurez en el siglo XIX. En 1822 obtuvo el grado de Bachiller en Filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana.
Desde que publicó su primer artículo de carácter político en el Diario del Gobierno Constitucional de La Habana, en 1820, manifestó su oposición a la anexión de Cuba con Estados Unidos de Norteamérica.
Esta posición se concretó en trabajos como La situación política de Cuba y su remedio (1851) y Cuestiones de Cuba (1852). Asimismo publicó Paralelo entre la isla de Cuba y algunas colonias inglesas (1837), Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días e Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los países americano-hispanos.
Además colaboró con publicaciones nacionales y extranjeras como la Revista de la Sociedad Geográfica, Diario de La Habana y Revista de Cuba, El Mundo, La América, entre otras. Fue uno de los fundadores de la Academia Cubana de Literatura, por cuya defensa se le deportó en 1834, primero a Gran Bretaña y luego a Francia y finalmente a España. Allí nunca dejó de ser un luchador y realizó propagandas reformistas, siempre en busca de mejoras sociales.
Miembro de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País y de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Como una figura polémica en la historia cubana cuya valoración siempre ha sido difícil, califica el doctor Eduardo Torres Cuevas la personalidad de este intelectual cubano.
El punto central de coherencia del pensamiento de Saco —refiere— no es ni la esclavitud ni el anexionismo. Ellos son las alas de un cuerpo ideológico que tiene su columna vertebral en un concepto que él define en su polémica con los anexionistas, pero que está implícito en todos sus trabajos anteriores y posteriores.
Al decir de este investigador, las limitaciones del pensamiento de Saco fueron la resultante lógica del universo socio-ideológico en que había nacido, crecido y formado. No fue mármol inmaculado, tampoco acero indoblegable pero combatió, con la pluma, todo lo que le era combatible.
"Sus ideas no trascienden en muchos aspectos su época. Pero no se puede estudiar su época sin sus ideas, porque él también puso su grano de arena en la fundación de nuestra patria".
Por eso afirma que José Antonio Saco fue un hombre muy respetado en su tiempo; temido, odiado y querido.
(Tomado de Granma)