¿Hay que explicar por qué Cuba no es un país árabe?
En los últimos tiempos algunas ideas reaccionarias se han apoderado de la prensa, de forma que algunos absurdos son mostrados como si fueran lógicos. Por ejemplo, todos los días algún cretino se pregunta por qué en Cuba no ha ocurrido una “primavera árabe”. Y algunos diarios, supuestamente respetables, reproducen la barbaridad como si fuera algo sensato.
Las ideas que esas expresiones convalidan empiezan por el absurdo de extrapolar Historias, geografías y culturas. ¿O es que hay que explicar por qué Cuba no es un país árabe?
Tales disparates quieren legitimar los crímenes de USA y la OTAN contra Libia y, además, dar categoría de revolución a las revueltas en Egipto. Todavía mueren cientos de libios diariamente, en la guerra tribal que alimentaron las potencias irresponsables. Y en las próximas elecciones egipcias el más fuerte candidato parece ser el colaborador más íntimo del gobernante derrocado.
Para la lógica de este circo mediático resultaría “normal” que jóvenes comunistas chilenos, que combaten valientemente en su país contra el neoliberalismo, vinieran a Cuba a reunirse con quienes desean instaurar el neoliberalismo aquí. Por eso algunos libelos delirantes expresan desconcierto ante la consecuencia política de estos muchachos y muchachas.
¿Cuál es esta prensa lamentable? La prensa neoliberal que defiende la onerosa sombra de la dictadura militar que aún pesa en leyes concretas y supuestamente inalterables sobre el Estado chileno.
Estas alianzas editoriales, estas frustraciones y reproches, estas rasgadas vestiduras revelan las esencias comunes entre los neoliberales chilenos en el poder y los neoliberales cubanos que aspiran entregar la cabeza Cuba a sus amos: su sumisión incondicional al imperio y su deuda con el arquetipo pinochetista.
¡Puagh! Que les aproveche.
¿Hay que explicar por qué Cuba no es un país árabe?
8 Abril 2012 Haga un comentario
Tomado de los comentarios de Silvio Rodríguez en su blog Segunda Cita
En los últimos tiempos algunas ideas reaccionarias se han apoderado de la prensa, de forma que algunos absurdos son mostrados como si fueran lógicos. Por ejemplo, todos los días algún cretino se pregunta por qué en Cuba no ha ocurrido una “primavera árabe”. Y algunos diarios, supuestamente respetables, reproducen la barbaridad como si fuera algo sensato.
Las ideas que esas expresiones convalidan empiezan por el absurdo de extrapolar Historias, geografías y culturas. ¿O es que hay que explicar por qué Cuba no es un país árabe?
Tales disparates quieren legitimar los crímenes de USA y la OTAN contra Libia y, además, dar categoría de revolución a las revueltas en Egipto. Todavía mueren cientos de libios diariamente, en la guerra tribal que alimentaron las potencias irresponsables. Y en las próximas elecciones egipcias el más fuerte candidato parece ser el colaborador más íntimo del gobernante derrocado.
Para la lógica de este circo mediático resultaría “normal” que jóvenes comunistas chilenos, que combaten valientemente en su país contra el neoliberalismo, vinieran a Cuba a reunirse con quienes desean instaurar el neoliberalismo aquí. Por eso algunos libelos delirantes expresan desconcierto ante la consecuencia política de estos muchachos y muchachas.
¿Cuál es esta prensa lamentable? La prensa neoliberal que defiende la onerosa sombra de la dictadura militar que aún pesa en leyes concretas y supuestamente inalterables sobre el Estado chileno.
Estas alianzas editoriales, estas frustraciones y reproches, estas rasgadas vestiduras revelan las esencias comunes entre los neoliberales chilenos en el poder y los neoliberales cubanos que aspiran entregar la cabeza Cuba a sus amos: su sumisión incondicional al imperio y su deuda con el arquetipo pinochetista.
¡Puagh! Que les aproveche.
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Karol y Camila (Camila y Karol) son dos muchachas deslumbrantes, más que por sus físicos –que por cierto llevan con naturalidad–, por su profunda belleza espiritual. Porque ellas se han entregado a una lucha en beneficio de su prójimo, de su país, sacrificando incluso el convivir con sus familias y sus seres queridos, prescindiendo de factores cotidianos que cualquier joven de su edad necesita. Ellas han sacrificado parte de su libertad personal en pos de sus ideales. Son personas brillantes y admirables, por su espíritu de sacrificio y por el buen uso que han hecho de sus inteligencias. Viendo esto, no pude menos que recordar el arquetipo que suele hacerse de algunos religiosos que, olvidándose de sí mismos, dedican su existencia a aliviar el dolor ajeno. Porque ellas, a su manera y sin ser religiosas, hacen algo semejantemente respetable. En fin que, parafraseando a mi amigo Abdulwadud, podría terminar diciendo que: una cosa puede ser un símbolo y otra, mucho más profunda, la realidad que lo sostiene.
Tomado de los comentarios de Silvio Rodríguez en su blog Segunda Cita