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América Latina, al espacio global

América Latina, al espacio globalLa reciente creación en Caracas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), sin la presencia de los gobiernos de Washington y Ottawa, otorga a nuestra región oportunidad trascendente de contribuir, desde posiciones propias, a establecer el orden multipolar que requiere el planeta para el desarrollo armónico y pacífico.

Es urgencia universal, ante todo, porque los peores intereses del orbe, aquellos que le han llevado a la grave situación económica, política, social y medioambiental que hoy transita, no solo intentan perpetuar semejante desastre, sino que pretenden materializarlo desde lo más alto del trono, como emperadores absolutos de la humanidad.

Frente a tales pujos, la multipolaridad, la existencia de fuerzas diversas, pero con propósitos sanos, coherentes y sensatos, desempeña importancia vital.

América Latina y el Caribe, con su enorme potencial humano y material, está llamada, si es realmente consciente de semejante reto, a convertirse en esa interlocutora con el vigor suficiente como para hacerse oír y respetar.

De ahí que en su noveno artículo, la Declaración de Caracas establezca textualmente que la CELAC nace, entre otras cosas, para “promover y proyectar una voz concertada de América Latina y el Caribe en la discusión de los grandes temas y en el posicionamiento de la región ante acontecimientos relevantes en reuniones y conferencias internacionales de alcance global, así como en la interlocución con otras regiones y países.”

En pocas palabras, una sola voz, dirección, criterio único, desde luego, identificados con los principios más sanos del quehacer internacional y con las posiciones más proclives a valores esenciales como la autodeterminación y la no injerencia en los asuntos internos de pueblo alguno.

Sería, sin dudas, borrar la triste historia regional de sumisión y acato en relación con el poderoso vecino del Norte, que no solo llevó a muchas de nuestras naciones a hacer coro a la prepotencia imperial en más de un foro de carácter global, sino incluso nos dividió internamente, y fue el origen de actos tan deleznables como la separación de Cuba del seno de organizaciones y mecanismos regionales como “castigo” por el ejercicio de su derecho soberano de escoger el camino propio y sin ataduras en la conquista del futuro.

La CELAC, por tanto, podría ser el instrumento que abra para nuestra área geográfica la oportunidad de salir al ruedo mundial como una sola figura, y como ejemplo de que, aún con colores y tonos diferentes, en medio de la innegable diversidad nacional, por delante hemos sabido colocar nuestras raíces e intereses comunes a favor de un mundo mejor para todos.

CELAC, por tanto, significa también bloque político, criterio convergente, posición concertada, y siempre al lado de las mejores causas. Que es esa precisamente la enseñanza de quienes a lo largo de nuestra azarosa historia lucharon por vernos convertidos en haz de pueblos, y no en atajo de naciones segmentadas y servidoras de los intereses de los más fuertes y ávidos de elevarse sobre nuestras cercenadas espaldas. (Por Néstor Núñez, Servicio Especial de la AIN)