Obama exhibe presunto triunfo militar, mientras el económico ausente
Washington, 10 dic. – Cuando hoy la debacle económica impera como principal dolor de cabeza, el presidente Barack Obama planea cumplir varias actividades que permitan exhibir el repliegue de sus tropas de Irak como "triunfo de su administración".
El mandatario recibirá el proximo 12 de diciembre en la Casa Blanca al primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki.
Dos días después, en Fort Bragg, Carolina del Norte, se dirigirá a las tropas para insistir, seguramente, en la necesidad de que las empresas del gobierno contraten a los combatientes que retornan, a fin de evitar sumarlos al interminable ejército de los desempleados.
El 16 de diciembre, junto a la primera dama Michelle Obama, debe reunirse con uniformados y sus familias para festejar el fin de año, informó el diario The Washington Post.
Con el anuncio de la retirada del contingente de unos 39 mil uniformados que permanecían en el país asiático el 21 de octubre pasado, el jefe de gobierno sorprendió incluso a sus opositores.
Analistas indican, sin embargo, que se trató más de una estratagema política que el cumplimiento de los objetivos trazados al invadir el país en 2003, como parte de la proclamada "guerra global contra el terrorismo".
Con los más bajos índices de popularidad, por debajo de 45 por ciento, todo un récord, Obama intenta esgrimir ante sus votantes la materialización de al menos una de sus múltiples promesas electorales incumplidas.
Para el estadista resulta indispensable, a menos de 12 meses de los comicios en el que buscará la reelección por otros cuatro años, reconquistar a un electorado que lo culpa por el preocupante rumbo de la economía, materializado en una todavía elevada tasa de desempleo de 8,6 por ciento.
Cuando en el Congreso pugnan demócratas y republicanos, continúa estancada la Ley Antidesempleo y el tema de la rebaja de impuestos permanece en un limbo, Obama se aferra a su idealizado triunfo en Irak como hoja de parra que coloree su imagen ante la proximidad de unas pálidas Navidades.
Después que Washington retire al último de sus uniformados de la nación árabe, habrán pasado más de ocho años y medio de una guerra con un trágico saldo de cuatro mil 500 soldados estadounidenses y más de un millón 455 mil iraquíes fallecidos, sin contar los lesionados y daños materiales incalculables.
Aún así, las barras y las estrellas no se irán del todo, pues en Bagdad deben permanecerán unos 16 mil empleados, contratistas de seguridad y expertos en comercio y agricultura, bajo la égida de la embajada norteamericana, de acuerdo con medios de prensa.
El secretario de Defensa, Leon Panetta, recordó incluso que Estados Unidos mantendrá unos 40 mil soldados en la región del golfo Pérsico, en momentos en que se acentúa la presión sobre el Gobierno de Irán para hacerlo desistir del desarrollo de su programa nuclear con fines pacíficos.(PL)