Alzamiento de Santiago de Cuba en 1956 fue acción de gran importancia
Las calles de Santiago de Cuba y de Guantánamo, fueron testigos, hace 55 años, del levantamiento armado que conmocionó hasta sus cimientos la ya tambaleante tiranía de Fulgencio Batista.
El alzamiento, concebido por el jefe del Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro, se integraba al plan estratégico que permitiría a las fuerzas revolucionarias materializar el objetivo de: “En 1956, ser libres o mártires”.
Las acciones de mayor trascendencia en aquella telúrica jornada tuvieron lugar en la indómita ciudad oriental, bajo la dirección de Frank País García, jefe de Acción y Sabotaje del movimiento insurreccional en Oriente.
Ese día, tal como se planeó en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma, en otras regiones del país también se produjeron enfrentamientos contra efectivos del batistato, multiplicándose así el teatro de operaciones, de forma tal que el enemigo se viera obligado a fragmentar sus fuerzas en diferentes zonas.
Las más importantes acciones se realizaron en Santiago de Cuba, donde ocurrieron tiroteos con la policía en el Instituto de Segunda Enseñanza; se tomó el cuartel de Boniato y fueron liberados los presos políticos que se encontraban en la cárcel; también se doblegó la unidad de la Policía Marítima; y se atacó la Estación de la Policía Nacional, donde perdieron la vida tres valiosos combatientes: “Pepito” Tey, Otto Parellada y “Tony” Alomá.
Mientras, en Guantánamo se cumplía el objetivo principal, que consistía en evitar por todos los medios que el escuadrón acantonado allí pudiera reforzar el regimiento de Santiago de Cuba.
En apoyo al desembarco de los expedicionarios del “Granma”, también se realizan acciones y sabotajes en Holguín, Nicaro, Palma Soriano, Ciudad de La Habana, Villa Clara, Pinar del Río, Las Tunas, Matanzas, Cienfuegos y Camagüey.
Los alzamientos de Santiago de Cuba y del central Ermita, en Guantánamo; el asalto al polvorín “La Cadena”, en Chaparra; los sabotajes de las vías férreas en Jobabo y Jovellanos; los incendios a servicentros en Cienfuegos y Camagüey; la ocupación de armas en Santa Clara; los sabotajes en las vías de comunicaciones telegráficas y telefónicas en Coliseo, Colón, Jovellanos y otros lugares, fueron el resultado de una intensa actividad consciente, minuciosamente preparada desplegada por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Aunque el levantamiento del 30 de Noviembre no cumplió el objetivo trazado, demostró la continuidad histórica de la tradición de luchas del pueblo cubano; su valentía y arrojo.
Demostró, además, la fuerza, organización y disciplina alcanzada por el Movimiento 26 de Julio, al realizar una acción de extraordinaria importancia en apoyo al desembarco dirigido por Fidel y que daría paso a otra etapa insurreccional.
Muchos de aquellos jóvenes valerosos, que combatieron en las calles de Santiago vestidos -por primera vez- con el uniforme verde olivo y el brazalete roji-negro del M-26-7, ofrendaron sus vidas ese día convencidos de que: “Morir por la patria es vivir”.
Por Rosa María Moros Fernández/ Radio Cadena Agramonte.