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Mi Bonsái

Mi BonsáiUn perfume Mariposa, que es su preferido. Una ropa bien bonita. Tampoco. Mejor algo más espiritual, como ella.

Este 14 de febrero, el regalo de Gerardo para Adriana podría ser un poema; como el que le dedicó después de conocerla en La Rampa mientras esperaba una ruta 32. Lo tituló A la muchacha de la parada, y lo escribió en una clase.

Para iniciarlo, tal vez ahora no encontraría frase mejor que Mi Bonsái. «Así es como casi siempre me dice», afirma su amada.

Ya son más de 20 años a su lado, y ninguna musa traicionaría este amor. Así fluyen los versos… También los recuerdos: No le resultó fácil conquistarla.

La primera vez que la invitó a salir no se atrevió a enamorarla. Sin embargo, la segunda no pudo más y le dijo todo lo que sentía por ella. Sabía que le caía bien, pero ese día se negó a formalizar el compromiso. Fue en la Plaza de Armas.

«Y como a la tercera va la vencida, el 7 de noviembre de 1986, en la playita de la calle 16, en Miramar, flechó mi corazón.»

É también se acordará de que esa noche no pudo conciliar el sueño de tanta felicidad que sentía, que dio vueltas en la cama y hasta se levantó a mirar el reloj, ansioso de que llegara el día siguiente para volver a verla.

¿El primer beso?

Ese Adriana nunca lo olvida. Ni aquellos «más apretaditos que nos dimos en el camino que conduce a la finca San Marcelo, en Caguagas, Villa Clara, cuando íbamos a pasar allí las vacaciones.»

Todavía está en pie el viejo framboyán bajo cuya sombra la joven pareja compartió tantas veces.

¿Y el primer regalo de novio?

Un juego de anillos de plata que a ella le encantó. Nunca lo había abrazado tan fuerte como aquel 14 de febrero.

Gerardo le ha confesado que lucía tan linda ese Día de los Enamorados; pero no tanto como en la boda, cuando parecía una reina. «Mi Bonsái, estás preciosa», le dijo antes de fundirse en un abrazo interminable.

Un verso…, otro verso… ¿Por qué no, también rosas? «Un príncipe negro, ¡cómo me gustan!» Él lo sabe, no dudaría en escogerla.

Para la noche, preferentemente, un ámbito íntimo. Sentados en el portal, para tomar «té y traguitos de ron, con miel, que es como a él le agrada». Al igual que otras veces, una vela le daría mayor solemnidad al momento.

Es 14 de febrero, Día de San Valentín. Habrá poesía, a pesar de la maldad; fragancia, aunque no haya flores; una noche, a pesar de estos años de distancia.

Porque nada impedirá que la pequeña inmensidad de Adriana traspase los barrotes del injusto encierro que sufre su amado, ni que desde allí el amor de Gerardo acuda a regar en esta Isla el alma de su bonsái.

(Tomado de Granma)