¿Nos afecta el cambio de hora?
El domingo 30 de octubre, a las tres de la madrugada, (en Cuba el domingo 13 de noviembre, a la una de la madrugada), se producirá el cambio de horario de verano a horario de invierno. Las personas con patologías, las mascotas y los bebés lactantes son de los grupos más afectados por el cambio de hora, según el neurobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ricardo Martínez Murillo, que ha añadido que, sin embargo, afecta más la modificación horaria del verano que la del invierno.
Así, Martínez Murillo ha explicado a Europa Press que a la población "normal", sin una característica o patología especial, "no tiene por qué afectarle" el cambio de hora, que en realidad es una alteración brusca del ritmo circadiano, es decir, de las horas de luz y oscuridad. Sin embargo, los lactantes pueden sufrir algunos trastornos alimenticios que se pasan al cabo de unos días. También las vacas, cuya producción lechera se ve afectada con los cambios en las horas de luz y oscuridad, y las mascotas son especialmente sensibles.
En cuanto a los humanos, para que el cambio de horario pueda afectar de manera significativa "hay que tener alguna patología previa". El organismo se hace consciente de la luz o de la oscuridad por la retina, que emite señales al cerebro que, a su vez, se reorganiza y comienza a dar órdenes. "Sin embargo, es un cambio mucho menos brusco que el fenómeno del jet-lag que tiene lugar tras un largo viaje en avión", afirma el experto. En todo caso, considera que "no es un cambio muy importante" y el organismo lo compensa rápidamente y el beneficio económico y de ahorro energético es "mucho mayor". De hecho, la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación ha calculado que la medida supone una reducción del 9,8% el consumo de iluminación en los hogares, lo que equivale a un ahorro de 250 millones de euros en gasto energético y a una reducción de la emisión de alrededor de un millón de toneladas de CO2 a la atmósfera.
Por este motivo, Martínez Murillo recomienda que este fin de semana, cuando los relojes se retrasen una hora, conviene realizar poca actividad y que las actividades que se desarrollen se hagan con luz y que no tengan un alto componente de esfuerzo. El cuerpo experimenta un cambio pero el organismo se hace a la nueva situación "en cuestión de horas", por eso, si la persona se adapta durante el fin de semana, comenzará la semana "tan campante" y "sin cansancio".