Longevidad y belleza de las terrazas cubanas

La existencia de terrazas marinas es una característica de algunas costas rocosas cubanas, que embellecen con su presencia por representar grandes escaleras de roca caliza, formadas en la medida que el mar se retira y dejan expuesta una parte de la plataforma insular. Por lo menos, Cuba cuenta con 20 terrazas emergidas y resulta frecuente localizar dos o más sumergidas bajo el nivel de las aguas marinas.

El hecho es que surgen en las zonas costeras, donde ocurrió el levantamiento del terreno y por eso son testigos insustituibles de su propio nacimiento.

Sin embargo, brotan pocas en aquellas zonas en las que la elevación deviene moderada. Solo en Guanahacabibes hay dos y en La Habana-Matanzas cuatro emergidas.

En contraposición, donde la subida es más rápida, vigorosa, se originan hasta 14 de ellas, como en Cabo Cruz y Punta de Maisí, en la región oriental.

Lo cierto apunta a que en su mayoría se formaron en los últimos dos millones de años, en parte debido a las oscilaciones del nivel medio del mar, provocadas por los cambios del clima terrestre.

Tales desplazamientos, por sí mismos, no constituyen las terrazas, pero sí en combinación con los movimientos tectónicos del terreno.  

En su configuración también participa la erosión, sobre todo en las costas rocosas y donde el mar las baña crecen las bacterias, las cuales son consumidas por moluscos, erizos y crustáceos, que viven en la zona intermareal. En su obsesión alimentaria, raspan la superficie de la piedra.

Con el paso del tiempo, llega a establecerse el nicho, de manera que, mientras más profundo sea este, habrá transcurrido un mayor espacio de acción de esos animales.

En la aparición de las terrazas se dan procesos disímiles, el primero de los cuales tiene que ver debajo del mar, por la influencia del crecimiento de los corales, la acumulación de arena y la erosión del oleaje.

Al unísono, en la costa rocosa, la bioerosión crea los nichos de mareas en el espacio intermareal, que conducen al desplome y la formación de escarpas o escalones verticales que delimitan las terrazas.

En una segunda etapa, el levantamiento de la costa produce la emersión de la terraza y traslada la línea de costa a una nueva posición inferior. Así se reanuda su proceso orgánico.

Pero ante la eventualidad de que el nivel de mar se eleve en un período corto, no habrá una nueva terraza, aunque algunas emergidas quedarán anegadas.  Esto último ocurrió hace 25 mil años. (Por Manuel Iturralde, AIN)