La vigencia de la Primera Declaración de La Habana

La vigencia de la Primera Declaración de La HabanaCon la victoria del 1ro. de enero de 1959 las maniobras del imperialismo yanqui para desacreditar a Cuba se intensificaron. Apenas un año después del triunfo de la Revolución, en San José, Costa Rica, durante la VII Reunión de Consulta de la Organización de Estados Americanos (OEA) -desde su surgimiento el instrumento jurídico ideal para la dominación estadounidense en el continente-, la nación norteña y los representantes de la derecha intentaron aislar al gobierno cubano.

El servilismo de la mayoría de los gobiernos presentes en la cita recibió una réplica viril por parte del Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, quien denunció los ataques, las falacias y las maniobras de Estados Unidos y sus acólitos contra el mayor archipiélago de las Antillas.

En tanto, en Cuba, en respuesta a la vil maniobra, y como colosal grito de rebeldía y combate, el 2 de septiembre de 1960, en la Plaza de la Revolución José Martí, más de un millón de cubanos se reunieron en Asamblea General Nacional y aprobaron lo que se conoce en la historia nacional como la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro Ruz.

El histórico documento condenaba, entre otras, las atrocidades y crímenes de la gran potencia imperial, y proclamaba el derecho de los oprimidos a combatir por alcanzar reivindicaciones económicas, políticas y sociales.

Así, la Primera Declaración de La Habana otorgaba el derecho del campesino a la tierra, del niño a la educación, del enfermo a recibir asistencia médica, del anciano a disfrutar de una vejez segura.

Con el histórico documento, el Gobierno Revolucionario hacía cierto el postulado de José Martí “con todos y para el bien de todos”, y reafirmaba su propósito de establecer vínculos diplomáticos con los países socialistas.

Textualmente el informe decía: “La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará pronto, unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al imperialismo norteamericano y que le impiden hacer oír su verdadera voz en las reuniones donde cancilleres domesticados, hacen de coro infamante al amo despótico.

“Ratifica, por ello, su decisión de trabajar por ese común destino latinoamericano que permitirá a nuestros países edificar una solidaridad verdadera, asentada en la libre voluntad de cada uno de ellos y en las aspiraciones conjuntas de todos”.

La Primera Declaración de La Habana aprobada por más de un millón de cubanos mantiene vigencia en sus elementos esenciales.

Cuba no solo cuenta hoy con el apoyo de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, sino que es la gran promotora de mecanismos integradores como la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), una mancomunidad política, económica y social en defensa de la independencia, la soberanía, la autodeterminación, la identidad y los intereses de los pueblos frente a los intentos de dominación.

Por Lázaro David Najarro Pujol/ Radio Cadena Agramonte.