Uruguay se corona rey de América

Uruguay se corona rey de Américalguien escribió una vez que Montevideo es un campo de fútbol con casas y la definición podría extenderse a todo el territorio uruguayo. Uruguay es un pequeño país en el que las mujeres no tienen niños, sino que dan a luz futbolistas. Allí nacen campeones, deportistas de carácter irreductible que han escrito páginas brillantes en la historia de los Mundiales de fútbol y de los Juegos Olímpicos y que ya pueden presumir de haber ganado más Copas América que nadie. 15 veces salió campeón y otras tantas dio la vuelta olímpica, la última en el estadio Monumental después de superar con justicia y pocos apuros a la limitada selección de Paraguay, que empató todos sus encuentros en el torneo menos la final, que la perdió.

El inicio de Uruguay fue arrollador, esperanzador después de la desalentadora Copa América sufrida. Pero fue sólo un rato de fútbol y muchos minutos de enredo, de lucha. Se cargó Uruguay de amarillas innecesarias, de esas que no sirven para amedrentar al rival y lo único que logran es condicionar tu juego.

Pero no tardó Uruguay en encontrar lo que buscaba. Fue a los 12 minutos cuando Luis Suárez convirtió el primer gol. La pelota le llegó por casualidad, como sucedió casi todo en este torneo, y superó con algo de suerte a Justo Villar, el portero que durante el campeonato viajó por los campos de Argentina abrazado a la fortuna.

El gol bien pudo llegar antes si el árbitro brasileño Salvio Fagundes hubiera señalado penalti por una clara mano de Ortigoza en un remate de cabeza de Coates. Evitó el tanto y se mereció la expulsión.

Uruguay ya era, y continuó siendo, muy superior y Paraguay no encontró respuesta, porque tampoco supo dónde debía buscarla. Salió a ver la vida pasar y la vida le pasó por delante sin saber cómo actuar. Y es que Paraguay es una selección capaz de evitar que las cosas pasen, pero incapaz de provocar ella los acontecimientos. Esta vez hasta defendió mal, no se posicionó bien. Arruinó así toda opción que pudiera tener de acercarse al título.

Sin argumentos para cambiar la dirección del partido, Paraguay se quedó con las vergüenzas al aire cuando fue obligado a atacar. Uruguay se replegó, dio varios pasos hacia atrás, quizá porque es algo que también va en su carácter y no lo puede evitar, y el choque pareció equilibrarse de forma ficticia. Pero no había disputa posible y Uruguay sólo necesitó recomponer algo esa figura que había descuidado y adelantar las líneas para asestar un nuevo golpe a los paraguayos.

Se esforzó Villar por dejar todo en su sitio y le ganó en un mano a mano a Forlán, que no perdonó a tres minutos del descanso. Arévalo Ríos, el inagotable centrocampista uruguayo, excelente en la interpretación táctica que hace de los partidos, robó un balón y se lo cedió a Forlán para que batiera con un potente zurdazo a Villar. Hasta ese momento, Forlán había vivido de espaldas al gol, pero había sabido suplir su falta de acierto en el remate con un valiosísimo trabajo para el equipo. Nadie se benefició más de sus movimientos dentro del campo que Luis Suárez. Excelente torneo el completado por Forlán.

Uruguay salió de los vestuarios con los nervios de la mano, impreciso y con unas dudas que no tenían razón de ser. No vio el balón y Paraguay se creyó con todo el derecho de buscar su momento, de poner en un aprieto a un rival que si lo pasó mal fue por esa angustia que pareció entrarle por estar tan cerca del triunfo y, sobre todo, por renunciar a tener la pelota.

Ortigoza, desaparecido durante toda la tarde, se inventó un excelente pase a Valdez, que sin dejar caer el balón lo golpeó con fuerza para mandarlo al larguero después de que lo rozara Muslera, inédito hasta entonces. Faltaba más de media hora y ahí se agotaron las oportunidades paraguayas.

Llegó después el momento de dar aire a los equipos. Cavani sustituyó a Álvaro Pereira en Uruguay y respondió Paraguay con la entrada de Hernán Pérez y Estigarribia por Vera y Cáceres. El movimiento lo completo Eguren al reemplazar a Diego Pérez, agotado de tanto correr, luchar y pegar. Y en sus pies tuvo Eguren el tercer gol, pero la mano milagrosa de Justo Villar lo evitó.

La entrada de Lucas Barrios por Zeballos sólo fue el último intento de Paraguay por evitar su primera derrota en todo el torneo. Una derrota que le alejó de un título al que su fútbol nunca le acercó y que Diego Forlán se encargó de agrandar con un nuevo gol que cerró un campeonato mediocre.