Fósiles o no, ¿los biocombustibles contaminan?
Es elevado el consumo de combustibles fósiles en la elaboración de fertilizantes inorgánicos básicos: nitrógeno, fósforo y potasio, aplicados a cultivos agrícolas que son utilizados en la producción de biocombustibles. Solo en el caso de la caña de azúcar se comprobó que existe el consumo adicional -no contemplado en la generalidad de los casos estudiados- que va desde el 30 hasta el 58 por ciento.
Lo cierto es que el uso de productos y tierras de la agricultura para generar semejante carburante influye de manera negativa en la obtención de alimentos y en el encarecimiento de sus precios, sobre todo para la población de los países subdesarrollados.
Sin embargo, la caña de azúcar se caracteriza por el hecho de que no es necesario sembrarla anualmente, debido a su ciclo de cinco a siete años de vida útil y con rendimientos de más de 100 toneladas por hectárea cada 365 días.
Pero su etapa de siembra-cosecha y rebrote-cosecha, indica requerimientos de fertilización, productos químicos contra plantas indeseables, irrigación y hasta de quema previa a la cosecha en algunas naciones.
Esa fase agrícola no incluye la formación de residuos y, por consiguiente, la planta no representa agresión al medio ambiente.
Todo lo contrario ocurre con el empleo de herbicidas, plaguicidas, fertilización química y el riego.
Si en el cultivo de esa gramínea está presente el etanol, entonces su tasa de rendimiento es superior; pero en la palma aceitera y las microalgas, los mayores indicadores se dan en el proceso productivo del biodiesel, según resultados de recientes estudios.
Los fertilizantes pueden clasificarse en inorgánicos o minerales; orgánicos, como la cachaza, el compost y el estiércol de animales; y los biológicos, a partir de micro organismos.
Aspecto clave es la determinación del consumo de combustible fósil en la producción de fertilizantes inorgánicos, aunque por lo general un análisis de este tipo es pasado por alto cuando se trata de regarlo en algunas plantaciones.
Al menos, teóricamente, el biocombustible implica la menor emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, en esencia el dióxido de carbono. Pero con el fósil ocurre a la inversa.
Por esas razones, la cuantificación de sus valores, en correspondencia con las cantidades de fertilizantes utilizados, permitirá precisar la emanación neta de ambos para cada tipo de inflamable. (Por Lino Luben Pérez, AIN)