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Papá, siempre Papá

Papá, siempre PapáNo importa si es en mayo, junio, u otro mes; o el primer o tercer domingo; la celebración posee un abanico de fechas porque se ajusta a cada país, pero lo más reconfortante es dedicar un día, como el de las madres, a los padres.

Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su papá, lo tiene atrapado para siempre.

¿Quién pudiera abstenerse de la felicidad que exhibe el alma al llevar entre las manos a su bebé dormido para acostarlo en su lecho, recibir su tierna mirada, oír sus primeras y enrevesadas palabras, o verle erguirse entre caídas?… ¡Qué hermoso es estar chocho!.

Dedicarles un poco de tiempo cada día es el mejor legado que podemos dar a nuestros hijos. Del cariño que les brindemos dependerá su capacidad de amar cuando sean adultos.

Un hombre pudiera aparentar ser duro, tosco, espinoso; sin embargo esa imagen se empequeñece ante la pureza y dulzura internas que logra la circunstancia de ser padre, por ello es inútil la amenaza de “prepárate cuando venga tu papá”.

Él escuchará los cargos con supuesto enojo, pero recordará su infancia y se dirá a sí mismo: “Es tan travieso como yo cuando tenía su edad”.

Si la situación lo exige actúa con energía, pero sin ser tirano. Nada más sublime que llegar a convertirse en amigo de los hijos, y que estos no teman, sino respeten a su progenitor.

Martí definió con elegancia y perfección las cualidades de un padre:

“No tuvo nunca para su hijo aquel amante padre esas rudezas de la voz, esos desvíos fingidos, esos atrevimientos de la mano, esos alardes de la fuerza que vician, merman y afean el generoso amor paterno.

“…Puso a su hijo respeto, no con el ceño airado, ni con la innoble fusta levantada –que mal puede luego alzarse a hombre el que se educa como a siervo mísero-; no con la áspera riña, ni la amenaza dura, sino con ese blando consejo, plática amiga, suave regalo, tierno reproche, que deja sin arrepentimiento tardío el ánimo del padre, y llena de amoroso rubor la frente del hijo afligido por la culpa”.

Dichoso quien ha tenido la fortuna de estar junto a ese ser querido toda la vida, y bienaventurado el que lo tuvo poco tiempo, pero lo disfrutó con intensidad.

Doloroso haber crecido sin ese abrigo protector por exigentes circunstancias, pero esos también advierten el placer de compartir el homenaje a los padres en su día.

Nunca podemos renunciar a esa figura que constituye columna del hogar, que guarda los sentimientos en su corazón; que fue el héroe de nuestros cuentos infantiles y que nos transmite seguridad en las horas de angustia, por eso será Papá, siempre Papá. (Por Israel Hernandez Alvarez, Servicio Especial de la AIN