Un pueblo de hombres enteros
Al llamado de Martí y el Partido Revolucionario Cubano, el 24 de febrero de 1895 nuestro pueblo se lanzó a la manigua redentora a conquistar su independencia.
Eran tiempos difíciles. Apenas un mes antes, tres buques con armas fletados por el exilio revolucionario para iniciar la guerra necesaria en Cuba, habían sido confiscados en el puerto de La Fernandina por las autoridades norteamericanas, en abierta complicidad con el colonialismo español.
De un golpe de esta naturaleza, pensaron los incrédulos, no podían recuperarse Martí y los independentistas cubanos.No obstante, ya a finales de febrero se combatía en la antigua provincia de Oriente. En occidente no fructificó el alzamiento por problemas organizativos.
En el Camagüey la indecisión de algunos líderes frenó la combatividad popular, aunque no por mucho tiempo.En abril, sin recursos apenas, desembarcaron en la Isla los Maceo, primeramente, y Gómez y Martí después. La sola presencia del dominicano en el Camagüey desbordó a todo el pueblo hacia la manigua. Pronto en Las Villas flamearía también la bandera insurrecta. Occidente se incorporó a la lucha mediante la heroica invasión mambisa.
Escasamente armados, un pueblo de apenas un millón de habitantes se enfrentó a un ejército moderno, cabalmente pertrechado, más numeroso que el que había tenido la propia España en las guerras de independencia de Sudamérica. Un pueblo de hombres enteros, como lo calificó Martí, "convencidos de que en la conquista de la libertad se adquieren, mejor que en el abatimiento, las virtudes necesarias para mantenerla".
Y eso somos hoy, un pueblo de hombres enteros, que siguiendo el camino comenzado en La Demajagua y Baraguá, se yergue con dignidad y patriotismo frente a las dificultades y las amenazas, decidido a mantener su independencia con la misma entrega con que se lanzaron a conquistarla aquellos cubanos, un 24 de febrero, al llamado de Martí.
(Tomado de Granma)