Desde los días de Girón milicianos para siempre

Desde los días de Girón milicianos para siempreLos días lejanos de Girón reviven hoy en la mente del santacruceño Rafael Blanco Meneses. “La memoria mía es mala, han pasado 50 años, ha llovido bastante. Sí le digo que cuando conocí que los mercenarios venían a atacar a nuestro país, me presenté enseguida y me convertí en miliciano. Nadie puede flaquear cuando se trata de una cosa así”.

“Marchábamos largas distancias e hicimos prácticas de tiro, y bastantes ejercicios de supervivencia. Había que prepararse para aguantar el hambre y la sed, eso no puede rendir a ningún hombre cuando tiene que luchar por la independencia. Durante 45 días anduvimos por los montes de este municipio con fusiles checos a cuesta. Dimos muchas caminatas con los ojos abiertos todo el tiempo”.

“Todas mis energías juveniles las puse siempre a favor de este proceso socialista. Si lo tengo que volver a hacer lo haré sin dudar, y si hay que tomar el fusil basta la orden, a fin de cuentas yo soy un miliciano”.

Desde los días de Girón milicianos para siempreLos que en el año 1961 eran niños, aunque con cierto nivel de comprensión, no se quedaron en las casas cuando vieron a cientos de hombres y mujeres apostados en el litoral. “Yo tenía 10 años, aunque no conocía la dimensión del peligro, había ido tomando tamaño viendo a mi padre en todas las actividades que tenían que ver con la Revolución. Cuando llegó la noticia sobre los hechos de Girón, salí disparado para donde estaban los atrincherados”.

José Heliberto Carmenates Reyes tiene en su memoria, como película imborrable, lo que transcurrió por aquellos días. “Fue muy emotivo para mí, mientras viva llevaré en el recuerdo aquel momento histórico. Tantos milicianos, tanta firmeza, el mismo ideal en todos. La entereza estaba en las culatas de las armas. Las manos se aferraban a esos hierros y nadie se rindió durante las interminables horas. Allí frente al muro no se rindió nadie”.

“Mi papá andaba dando recorridos en un jeep, cuando preguntaba por mí, le decían: No se preocupe el muchacho está en el muro. Cualquiera que no sepa ve ese gran parapeto de concreto, hecho con el objetivo de que el mar no entre al poblado, pero su mayor importancia está en lo que se convirtió: en muralla de ideas y balas. Desde ahí se hubiera hundido cualquier plan de aquellos lacayos de los yanquis”.

Cuatro años más tarde Carmenates Reyes conoció a Girón, el escenario de la gran victoria. “Allá fui a pasar una escuela de patrón de barco y me integré al batallón de artilleros. Recibí mucha preparación, desde entonces soy un mejor soldado de la patria”.

Santiago SantaCruz
Cortesía para Radio Santa Cruz