Vanessa Redgrave presidirá estreno de La fiebre, en Cuba
La Habana, 10 dic .- La actriz británica Vanessa Redgrave asistirá hoy aquí al estreno de La fiebre, un filme dirigido por su hijo Carlo Nero, a quien respalda en la producción.
Descendiente de un linaje de actores de raza y con una carrera de cinco décadas que la ha convertido en una figura internacional, su presencia en Cuba añade esplendor al 30 festival de cine habanero, en cuya cartelera La fiebre adquiere rango de presentación especial.
Realizada en 2004 para la cadena HBO, la cinta aborda la historia de una europea adinerada, de visita en un país pobre y devastado por la guerra, en el cual contrae una repentina enfermedad.
Esa situación la induce a contrastar los privilegios del mundo occidental con la pobreza, violencia e injusticia global.
Paralelamente a su trayectoria como actriz en el cine y el teatro, iluminada por la hondura de su talento, Redgrave se ha destacado por sus posturas de izquierda, su activismo político y el profundo compromiso con la realidad social del tiempo que le tocó vivir.
Ganadora de un Oscar en 1977, en la categoría de mejor actuación femenina secundaria, por Julia, de Fred Zinnemann, en esa época sufrió el ataque de la comunidad judía por su apoyo a la causa palestina.
En la ceremonia de entrega de la estatuilla pronuncio un discurso que estremeció al auditorio:
Queridos colegas, dijo, quiero darles las gracias (…). Desde aquí los saludo y les rindo tributo por no dejarse intimidar ante las amenazas de un grupo de sionistas matones, cuyo comportamiento es un insulto a la verdadera talla de los judíos de todo el mundo.
Les prometo, agregó, que seguiré luchando contra el antisemitismo, la opresión y el fascismo.
“Me asustan extremadamente los gobiernos que pasan por encima de las Naciones Unidas, dijo en una reciente entrevista; ver cómo las convenciones internacionales que han sido la inspiración de mi vida, y de mi generación, están siendo destruidas. Eso me asusta por las enormes implicaciones que tiene”.
En 2002 declaró sin ambages que la base naval de Estados Unidos en Guantánamo era un campo de concentración, y en 2003, en rechazo a la invasión desatada por el gobierno norteamericano contra Iraq, rehusó asistir al homenaje conjunto que la Academia de Hollywood ofrececió ese año a todos los ganadores del Oscar.
En 1999 escribe en su autobiografía: "Puedo decir honestamente que sigo absolutamente convencida de la necesidad del marxismo y que ni un sólo día mi convencimiento se ha debilitado. Por el contrario, se ha hecho más sólido con la experiencia y el paso del tiempo”.
A los 71 años, mantiene incólumes sus posiciones políticas, con la misma valentía temeraria de sus años más jóvenes cuando empezó a encarnar en la pantalla a mujeres transgresoras.
A ella le gusta afirmar, como lo hizo en una entrevista concedida en 2006 al diario The guardian, que ese compromiso suyo está ligado a una vivencia de hondo arraigo personal. Creció durante la II Guerra Mundial, rememora, y añade con una ironía punzante:
“En esa época escuchábamos las noticias todas las noches y eran noticias mundiales, no eran sobre las ballenas del Támesis”.
Tiene un físico imponente, 1, 80 y un rostro largo, de fuerte estructura ósea que no logra ocultar su naturaleza cálida y el encanto de una belleza otoñal, aseguran quienes la han tratado de cerca..
Devota del teatro, en el que ha acumulado tantos triunfos como en el cine, cree en el poder de las artes para preservar la existencia y resistencias humanas, “conservar la sociedad y salvar a los niños”.(PL)