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Haití: cuatro meses después perdura la incertidumbre

Haití: cuatro meses después perdura la incertidumbre Puerto Príncipe, 13 may. – Cuatro meses después del sismo que destruyó esta capital y ciudades vecinas, la incertidumbre perdura entre los damnificados, quienes no ven la luz al final del túnel, pese a promesas.

Los últimos 30 días fueron tan parecidos a los anteriores que solo la recuperación del proceso docente marca las diferencias, aunque aún faltan muchas escuelas y alumnos por volver al ciclo normal de clases.

Algunos de los centros docentes, que se convirtieron en campamentos de refugiados luego del movimiento telúrico de enero pasado, aún tienen inquilinos y, a pesar de protestas de estudiantes y profesores, todavía no reiniciaron las actividades académicas.

Sin embargo, cada amanecer miles de niños toman el camino de sus escuelas y embellecen las destruidas y abarrotadas calles de la ciudad con su multitud de uniformes diferentes.

Lo más triste es que muchos de ellos pasaron la noche en el suelo o apenas encontraron refugio para protegerse de la lluvia, cada vez más común, en esta urbe en los últimos días.

Al parecer, pasarán muchos meses más antes de que la mayoría de ellos tenga un techo sólido para protegerse de los elementos o pueda abandonar los campamentos que se improvisaron después del terremoto, los cuales solo cambiaron las tiendas de campaña de tela por algunas de nylon o plástico.

En Puerto Príncipe, el movimiento constructivo es escaso y mientras miles de personas se dedican a remover escombros en busca de acero para vender o para una hipotética vivienda que un día levantarán, muy pocos construyen.

En algunos sitios se levantan estructuras de madera y zinc, casi todas como aulas, pero tan escasas que cualquiera puede recorrer media ciudad y no encontrarse más de cinco.

Por ahora, la edificación de viviendas provisionales -más fuertes que las de plástico, pero más débiles que las de mampostería- permanece estancada, según algunos, porque las organizaciones encargadas de ellas no quieren construir en lugares que no tengan sus documentos en orden.

Casi el 80 por ciento de las personas que quedaron sin techo en la ciudad eran inquilinos y la inmensa mayoría perdió sus papeles, una de las razones que esgrimen algunos para no comenzar a levantar moradas.

La situación es diferente en la vecina Leoganne, donde varios campamentos improvisados ceden su espacio a casas de madera y zinc, en las cuales encuentran abrigo ya decenas de familia.

Un uno de los barrios, edificado por Muslins Humanity, una organización no gubernamental estadounidense sin fines de lucro, unas cien familias tendrán techo sólido en menos de 15 días.

Saqib Attique, el coordinador de emergencia de la referida organización, aseguró a Prensa Latina que las casas que edifican en Leoganne tienen una vida útil de hasta 15 años y que pueden soportar huracanes de mediana intensidad.

Attique, de origen paquistaní, adelantó que los planes futuros pasan por convertir las casas de madera en sólidas edificaciones de cemento, pero eso llevará más tiempo.

Con estas moradas, suman apenas poco más de 400 las edificadas después del devastador terremoto, que dejó más de 220 mil muertos y 300 mil heridos, además de casi un millón y medio de damnificados.

Lo cierto, 120 días después del seísmo, el tema de la vivienda se mantiene como asignatura pendiente para el gobierno de René Preval y para la comunidad internacional, sin contar que cientos de miles de personas merodean por esta capital en busca de un empleo que tal vez nunca aparecerá.(PL)