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Distribución de alimentos en Haití provoca sismos callejeros

Distribución de alimentos en Haití provoca sismos callejeros Puerto Príncipe, 27 ene .- A pesar de que ciertos vientos de reanimación soplan en esta capital, el sismo sigue vivo en las calles y remueve los puntos donde se aparcan inesperadamente, y con frecuencia de goteo, los camiones piñatas que distribuyen alimentos donados.

Cientos de personas en filas, amenazados por las armas de los efectivos de las Fuerzas de Estabilización de la ONU (MINUSTAH), u otros uniformados, aguardan su turno con la esperanza de que no se extinga la carga.

Es toda una odisea. En muchos casos, quienes logran vencer la berrera y ganar el premio, reciben un saco de arroz y un frasco de aceite, pero de esa forma el cargamento se esfuma en minutos, y no hay noticias de cuándo llegará el próximo, o si llegará.

Evidentemente, nadie asume la responsabilidad de distribuir lo que llega de una manera más equitativa. La repartición en bruto es todo un "show" mediático.

Televisoras de canales occidentales siempre aparecen de manera oportuna cuando se abre la piñata, y enfocan sus lentes a las banderas que etiquetan los sacos y dan cuenta de su procedencia.

La realidad es que aún es muy difícil hacerse de los alimentos para sobrevivir y se corre el riesgo de salir con un balazo de las llamadas fuerzas de paz en la peligrosa aventura de buscar comida para la familia.

Este martes, efectivos de la MINUSTAH cercaron la calle trasera del devastado complejo presidencial para distribuir unas decenas de sacos de arroz.

En la fila, sin embargo, esperaban miles, esperanzados con que la suerte les tocara el hombro para regresar con algo de comer a las plazas aledañas donde permanecen acampados sus seres más cercanos.

Cuatro tanquetas blancas con la sigla de la ONU en su piel blindada permanecieron apostadas en las esquinas, con ametralladoras apuntando una multitud que vociferaba, insatisfecha con la forma en que se reparte la asistencia.

La vocera del Programa Mundial de Alimentos, Emilia Casella, afirmó que la organización lleva a Haití raciones para 100 mil personas cada día, pero la realidad indica que es necesario alimentar a dos millones.

Varias de las pequeñas carpas que sirven de techo a miles de familias en plazas y parques, son sustituidas por endebles casuchas de madera, consideradas por la población errante un refugio algo más seguro.

En camionetas, carretillas o acarreadas en la espalda, discretas cargas de tablas, planchas de "plywood" y palos llegan a estos asentamientos humanos y rápidamente comienzan a ser transformados en armazones techadas o en cuartuchos.

"Sabemos que al gobierno le tomará mucho tiempo encontrarle solución a los problemas, y tenemos que ir buscando opciones para mejorar las condiciones de vida, aquí viviremos mucho tiempo", comentó a Prensa Latina un joven en las inmediaciones del Palacio Nacional, una de las áreas colmadas por los desplazados.

El espíritu de cooperación está presente. Quien necesita un martillo y clavos, rápidamente indaga entre sus nuevos vecinos y algo aparece, y si no es así, aflora una buena recomendación de dónde encontrarlo.

La solidaridad humana en tiempos de catástrofe también se pone de manifiesto a la hora de levantar endebles techos y paredes, que protejan algo más del rocío, o la posible lluvia, y concedan cierta intimidad en las condiciones de hacinamiento en que se vive.

Aún son necesarias 200 mil tiendas de campaña para albergar a cerca de un millón de damnificados, según estimados de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.

El terremoto provocó más de 150 mil muertos, unos 200 mil heridos y echó abajo las viviendas de un millón de personas.(PL)