[:es]Reliquia romana revela hallazgos sobre nanotecnología moderna[:]

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La llamada Copa de Licurgo es una reliquia creada por artesanos romanos que demuestra cómo hace más de mil años los seres humanos aplicaban conocimientos de nanotecnología, según expertos del Museo Británico.

Se estima que el cáliz se fabricó en Alejandría o Roma durante el siglo IV. Si bien no se pudo calcular el año exacto, los investigadores sostienen que fue creado entre el 290 y el 325, hace aproximadamente 1.600 años.

La Copa fue propiedad de la familia Rothschild, hasta que fue vendida al Museo Británico en 1958. Desde entonces permanece allí y ha sido motivo de diversas investigaciones que han revelado este conocimiento sorprendente por parte de los antiguos romanos.

La pieza está adornada con pequeñas esculturas de vidrio que representan la muerte del rey de Tracia, Licurgo, luego de prohibir las fiestas en honor a Dionisio, el dios del vino. A simple vista parece de color verde opaco, pero si se ilumina desde atrás adopta un color rojo translucido. Este efecto dicroico se logra por la incrustación de pequeñas partículas de oro y plata en el vidrio.

En 1990, investigadores británicos que analizaron fragmentos con microscopio, descubrieron las pequeñas partículas de metales preciosos incrustadas. El oro y la plata de la Copa de Licurgo están reducidos a 50 nanometros de diámetro, lo que equivale a una milésima parte de un grano de sal.

Esta tecnología implica un enorme desarrollo para la época -incluso hoy es difícil de lograr-. Si bien algunas teorías apuntan a que esto podría haber sido una casualidad o un descubrimiento accidental, lo cierto es que se necesita una proporción bastante precisa de granos de oro y plata para lograr el efecto. De esta forma los artesanos romanos debieron tener conocimiento al respecto para llevar a cabo un proceso que debe ser muy cuidadoso y controlado.

De hecho, un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos destaca el papel de esta obra de arte en el desarrollo de hologramas y las posibilidades de almacenamiento en variados dispositivos ópticos, sensores y otros elementos tecnológicos.

“Solo en los últimos 20 años los científicos han comenzado a entender este fenómeno, pero no han podido utilizar sus efectos en la tecnología disponible actualmente”, destaca la investigación. (Texto y fotos: Tomados de Russia Today)

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