Un hombre afortunado

Un hombre afortunadoLa terminación de los primeros 9 edificios erigidos por los trabajadores del Ministerio de la Construcción en suelo santacruceño, destaca como la acción más importante desarrollada por este organismo en el sur agramontino. El ingeniero camagüeyano , asumió la tarea de aunar el empeño de las 11 Empresas del MICONS, presentes en Santa Cruz del Sur.

“Pensé que era una misión imposible, solamente el trabajo, la abnegación, el esfuerzo diario, ver que las cosas iban avanzando y los hombres se iban entregando al cumplimiento de la misión, fue lo que me hizo creer que se podía cumplir”

Wiliam se considera un hombre afortunado, ejerce por vocación, y la Ingeniería en Construcción Civil ocupa la mayor parte de su tiempo. Cada tarea lo enriquece como profesional, y aunque solo tiene 38 años, acumula sobradas experiencias para enfrentar los retos con responsabilidad y mesura. Edificar nuevas viviendas para los damnificados del huracán Paloma lo trajo a Santa Cruz del Sur, la tierra de su abuelo materno.

“El hecho de tener raíces santacruceñas me hizo pensar que podían salir bien las cosas, a pesar de lo arduo de la tarea. Cuando llegué habían 2 edificios montados  y uno terminándose, por la parte del MICONS, y en el reparto bajo la responsabilidad del contingente FAR-MININT, estaban a alrededor de un 50 porciento de ejecución”. Una de las primeras cosas que hice al llegar al territorio fue ir a visitar la playa, yo no conocía esa parte de Santa Cruz. De esa manera me percaté de cómo había sido todo. Como ser humano he ganado mucho, porque sentirse satisfecho de haber resuelto problemas tan grandes es una dicha personal importante. Como profesional y dirigente he avanzado también, independientemente de haber tenido momentos muy tensos, pero los he superado aquí en el combate, trabajando, resolviendo los problemas, y eso también me hace sentir un poco mejor como persona, y al final salieron las cosas”

El joven ingeniero se confunde entre los hombres que dirige, él es uno más de la tropa, y aunque tiene el mando de la obra, se suma al empeño con el mismo ímpetu que lo haría un obrero simple. Su temperamento le impide estar quieto y para asombro de muchos ejecuta al unísono una y otra acción.

“Poco a poco fui madurando en el conocimiento de la tarea, primero tuve que convencerme yo de que sí se podía cumplir; siempre con la filosofía de que no hay encomienda difícil solo hombres incapaces. En todo momento confié en el equipo de trabajo que hicimos aquí, cada vez que compartíamos una idea salían opiniones nuevas, porque la inteligencia colectiva es superior a la individual, y estoy seguro de que Wiliam sólo no lo habría logrado, esto lo hizo el grupo del MICONS que trabajó en Santa Cruz y con el que he compartido estos últimos meses, prácticamente a tiempo completo.”

Cuatro meses lejos de casa es mucho tiempo para el joven padre y la ausencia de Enaira le humedece el rostro. La pequeña se dibuja en sus ojos y un velo de nostalgia descubre reclamos infantiles y complicidad cotidiana. No estar allí en el momento exacto  lo entristece, pero la certeza de hacer algo útil lo regresa a la misión asignada.

“Eso realmente fue lo más duro, porque tengo la responsabilidad de educar a una niña que es un motivo de orgullo para mi vida; tiene 9 años,  me añora, me extraña y eso me hace sentir a veces incómodo, porque sé que me necesita. Trato de compensarlo trayéndola a ver la obra que hizo su papá, en fin dándole participación  en las cosas que he hecho aquí para que se sienta complacida, y vea que el esfuerzo no ha sido en vano, así logro que comparta toda su alegría conmigo”

El sudor invade el rostro del ingeniero, quien asegura carecer de dotes histriónicos para dialogar con la radio santacruceña; él prefiere estar a pie de obra, pues afirma que es allí donde se siente más a gusto. Para Wiliam se acerca el final del encuentro, pero en el sur camagüeyano quedará la huella de todos los hombres y mujeres que hicieron posible el sueño, los de casa y los foráneos, estos últimos, al partir, llevarán con ellos el aroma inconfundible de los Jardines de la Reina.