[:es]Zhuqiao, una centenaria aldea china invencible al paso del tiempo[:]

[:es]Zhuqiao

Beijing, 24 dic.- Una singular entrada hace evidente que las casas y sus pobladores fueron invencibles al paso del tiempo en Zhuqiao, antigua aldea del condado Jinxi de Fuzhou, aún hoy el corazón de la provincia oriental china de Jiangxi.

 

Tras recorrer incontables kilómetros admirando unos de los tantos típicos paisajes campestres de esta vasta nación, llegamos a Zhuqiao, con cientos de años de historia, resistiendo el paso del tiempo.

Un puente de madera sobre anegados cultivos nos condujo al centro del pueblo donde una pequeña presa, rodeada de paredes enormes que delimitan casas o negocios, con coloridos pimientos picantes adornándolas, hacen el centro de partida para recorrer el recinto.

Aún manteniendo intacta la arquitectura de sus casas y callejuelas, incluso muebles, adornos y otros objetos que datan de siglos atrás, sale a relucir el contraste de lo antaño y la modernidad cuando los pobladores del condado, reciben a los turistas a flashazos de modernas cámaras o teléfonos móviles conectados todo el tiempo a Internet.

Sucede que estos moradores mantienen las ancestrales tradiciones mientras se acoplan al vertiginoso desarrollo que ostenta el país y los planes que brinda el Gobierno para que la población en los recintos más remotos progresen en su calidad de vida.

De este modo, los pobladores de Zhuqiao, mantienen usanzas culturales y exhiben a viajeros el afamado baile de Dragón y otros rituales religiosos.

Al mismo tiempo promueven la venta de artículos cosméticos hechos con recursos naturales propios de la zona, o suscitan la economía rural mediante la producción y comercio de productos alimenticios entre los que se encuentran los famosos tallarines secados al sol, diferentes tipos de dulces locales, pimientos secos, bolas de hilos de cerdo y empanadas.

También sale a relucir la amabilidad de esos pueblerinos donde el desarrollo tecnológico o la premura de la rutina citadina no ha logrado penetrar a esas personas que aun tratan de adaptarse a la telefonía móvil, a la electricidad, los sofisticados autos o los rostros occidentales sin perder la afabilidad que caracteriza a los residentes rurales, no sólo aquí, sino a escala internacional.

Asimismo se escuchan historias de costumbres que afortunadamente, hoy dejaron de estar en vigor. En ese caso, una de ellas cuenta que antes, desde su adolescencia, las niñas de este pueblo eran confinadas en una casa sin que nadie pudiera ver sus rostros hasta el día de la boda, arreglada previamente por sus padres con los progenitores del novio.

Hasta ese momento, nadie del sexo masculino, excepto los más allegados de la familia, podía ver siquiera la cara de las muchachas del caserío.

Lo cierto es que a pesar del increíble progreso del gigante asiático, Zhuqiao se erige como una reliquia histórica para preservar la milenaria cultura de esta nación y que brinda, con mucha transparencia, el modus vivendi de la China de antaño, devenida segunda economía del mundo.

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