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Un azar de la vida cambió para bien a santacruceña Cristina Sinclaer Zulueta

Santa Cruz del Sur, 17  ago.- Lo que se había propuesto estudiar Cristina Sinclaer Zulueta cambió para bien de la noche a la mañana. “Había comenzado la carrera de enfermería en Camagüey pero me enfermé. La vida siempre da otras oportunidades, las que no deben desaprovecharse. Si se desechan las lamentaciones y arrepentimientos no valen luego de nada”, significó.

Al enterarse del curso para telegrafista acudió al Centro Telefónico, ubicado en esa época en área de la casa de Noemí Ponce de León, en calle B entre central y carretera de esta localidad. “Como la pizarra era pequeña tenía capacidad para que trabajaran sólo dos personas. Para suerte mía una de las jóvenes no quiso continuar preparándose y enseguida me avisaron”, evocó.

El recurso para la prestación del servicio por Cristina y su compañera de labor estaba obsoleto. “Era muy engorrosa la tarea. Pocas personas tenían teléfonos. Para comunicarse con nosotras debían darle varias veces a la manigueta del anticuado equipo y levantar el auricular. Caía una chapita como señal de entrada a la pizarra, entonces se colocaba el plus.

A través de audífonos escuchábamos la petición del cliente. Me gustaba lo que hacía. Cuando se es útil se disfruta cualquier desempeño. Mucha gente me identificaba la voz sin haberme visto nunca el rostro. Eso me emocionaba bastante. Fue una experiencia inolvidable en mi juventud”, declaró.

Al construirse la Unidad de Correos y Telégrafos, donde está en la actualidad el Joven Club de Computación, se ubicaron a grupos de nuevas telegrafistas. “Estaba de vacaciones en ese momento. Me incorporé al curso que impartía una profesora de La Habana, el que aprobé con excelentes calificaciones. Ya se había instalado una pizarra automatizada de mayor tamaño”, indicó.

Tiempo después se construyó el edificio donde se encuentra el Centro de Telecomunicaciones y la Unidad Empresarial de Base (UEB) Correos de Cuba.”Recibimos los bellos uniformes azules. La atención hacia nosotras las operadoras fue superior. Incrementó la calidad y rapidez de las comunicaciones. Todas nos sentíamos más felices al servir óptimamente al cliente”, refirió Cristina.

En cuanto se anunciaba un ciclón la jubilada operadora telefónica santacruceña Sinclaer Zulueta y sus camaradas de quehacer ocupaban sus puestos frente a la moderna pizarra, una manera de honrar a Rosa Torres Acosta, y las hermanas Zoila y Clotilde Ponce de León Torres, las telefonistas que cumpliendo con su deber fallecieron en el huracán del nueve de noviembre de 1932 que devastó el otrora poblado de Santa Cruz del Sur.